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martes, 2 de mayo de 2023

Conclusiones

Teniendo en cuenta el tema el que nos hemos enfocado, “Desigualdad (inclusión/exclusión) y movilidad social. Sociedad multicultural e interculturalidad”, destacar uno de nuestros objetivos esenciales que hemos querido transmitir a través de este blog, el cual ha sido concienciar a todo el mundo que nos rodea de las desigualdades existentes, las cuales llegan a causar problemáticas tanto sociales como personales, e incluso llevando a la insatisfacción personal.

Es esencial que el mundo conozca las situaciones de vulnerabilidad por la que algunas personas atraviesan, ya que juntos sería más fácil tomar medidas de bienestar social contribuyendo a la resolución de conflictos tanto local como nacional.

 Para ello, como futuras docentes, debemos tener claro la importancia de la transmisión de valores a nuestro alumnado, siendo capaz de facilitar la inclusión en el aula con el resto de compañeros. Por lo tanto, debemos ser capaces de crear y evaluar estrategias y propuestas que mejoren la inclusión. 

 Alba. 

 

El tema que hemos escogido para nuestro trabajo es de total actualidad ya que nos seguimos encontrando diversos problemas como lo son la desigualdad, la movilidad social o la exclusión. Dentro de nuestra labor como futuras docentes, se encuentra la transmisión de esta problemática a los más pequeños y a sus familias para que sean conscientes de lo que ello supone y actúen para solventarlo. 

Después de habernos informado en profundidad de este tema hemos descubierto la necesidad de llevar este tema a las aulas, el alumnado será el futuro de nuestra sociedad y por ello hay que formarlos y proporcionarles las herramientas necesarias para contribuir al cambio y que entre todos disminuyamos las numerosas situaciones desfavorables que atraviesa un porcentaje de nuestra sociedad. 

Si todos contribuyéramos, los objetivos de desarrollo sostenible como la educación de calidad, la reducción de desigualdades o la salud y bienestar serían posibles. 

María.


Nos hemos basado en un tema que es muy importante en la docencia, como puede ser la desigualdad, la inclusión... etc. 

Buscando documentos para este blog hemos aprendido mucho sobre que en la actualidad sigue habiendo desigualdad en muchos colegios, no incluimos a todos por igual y eso afecta a nuestros alumnos. 

Como futuras docentes debemos fomentar en el aula la igualdad y trabajarla de manera lúdica, para motivar a nuestro alumnado.

Mar


Considero de gran importancia el tema que hemos elegido para realizar nuestras investigaciones, ya que hoy en día se desconoce acerca de éste y de la repercusiones que puede llegar a tener.

Como futuras docentes, tenemos la responsabilidad y la labor de acercar estos temas a nuestra aula para que sean conscientes de la realidad y poder frenar de alguna manera que siga sucediendo. 

Manuela


Tras realizar una investigación exhaustiva sobre el tema que nos ha tocado, llego a la conclusión de que una de las cosas más importantes para que se lleve a cabo una correcto desarrollo de la práctica educativa es el bienestar del alumnado. Esto, por supuesto, y como ya hemos visto a lo largo de todo el blog, engloba a cada alumna y alumno que conforma el sistema educativo. Es fundamental ofrecer las mismas oportunidades, en cuanto a cantidad y calidad, a todo el mundo. Por lo tanto, es necesario contar con herramientas que hagan esto posible: profesionales capacitados para abordar, por ejemplo, la educación especial, medios materiales, físicos y psíquicos para ofrecer una educación integradora, multicultural y de calidad. 

    Las investigaciones me han servido para entender el progreso o retroceso que ha tenido este tema a lo largo de la historia. Es cierto que cada vez hay más recursos para integrar a toda la población en la educación, pero creo que, en algunos casos, los intentos de inclusión han resultado ser fallidos. Por ejemplo, en cuanto a la educación especial, considero que el hecho de querer integrar al alumnado con diversidad funcional, ofreciéndole la misma educación que al resto de alumnado, genera obstáculos para ellos. Y es que, para ofrecer un correcto programa de inclusión, estas personas necesitan medios especiales y personal cualificado. También, la brecha económica en las familias genera una desigualdad en el alumnado y debe abordarse de manera muy específica y personalizada. 

    A pesar de ello, considero que la sociedad está avanzando en cuanto a la inclusión en los centros y  una de las maneras para conseguir esto es hacer profesionales capaces y cualificados para abordar este tipo de problemáticas.

Clara

Estudiantes universitarios en riesgo de exclusión social: una aproximación a una realidad social oculta

CITA APA

Méndez-Ulrich, J. L., & Barrios, D. G. Estudiantes universitarios en riesgo de exclusión social: una aproximación a una realidad social oculta.

Palabras clave
Estudiantes universitarios, universidad, pobreza, exclusión social.
Resumen
La reciente recesión económica ha ocasionado un gran impacto en las condiciones de vida de la población española. En el presente estudio se realiza una aproximación al efecto de la crisis económica en el acceso a los estudios universitarios, así como a los comportamientos relacionados con la exclusión social que los estudiantes universitarios serían capaces de realizar o ya han realizado, con el único propósito de costearse su educación. Para ello, 96 estudiantes contestaron voluntariamente una encuesta cuyo objetivo era evaluar su situación sociolaboral. detectar situaciones de riesgo de exclusión, y una escala actitudinal en relación a conductas de riesgo social. A pesar de que el 78,5% de los encuestados trabajaba, un 79,2% percibía su situación económica como media o baja. Un 77,3% de encuestados habían realizado a lo largo de sus estudios a conductas de riesgo como trabajar sin contrato, traficar con drogas, o incluso prostituirse. De forma consecuente, los resultados sugieren una asociación entre el nivel económico y riesgo social. por lo que se daría la paradoja de que la universidad constituya una puerta de entrada a la exclusión. Finalmente, se comentan las limitaciones del estudio y se destaca la necesidad de profundizar en el abordaje de este fenómeno.
1. Marco  teórico
1.1. Introducción
El inicio formal de la crisis económica en la que nos hallamos actualmente inmersos se asocia con el denominado «estallido de la burbuja inmobiliaria», y la crisis financiera mundial de 2008. Este escenario adquirió una nueva dimensión a partir de la quiebra de la multinacional financiera Lehman Brothers, que tuvo un importantísimo impacto económico a nivel mundial. El Estado Español no quedó al margen de este fenómeno (Alonso y Furió, 2010), y sus cotas de desempleo experimentaron un incremento del 11,94% entre 2008. cuando la tasa de parados era del 13,79%, según datos de la Unión General de Trabajadores (UGT) y 2014, cuando se alcanzó el 25,73%. Cataluña, siguiendo esta tendencia, experimentó un crecimiento de las desigualdades sociales, especialmente en los sectores sociales más vulnerables, como los jóvenes, entre los cuales se encuentra gran parte de los estudiantes universitarios.
Fruto de las medidas en materia económica y laboral impulsadas por el gobierno central y el autonómico, se produjeron recortes salariales, con la consecuente reducción de la capacidad adquisitiva de la población. Estos recortes también afectaron a los presupuestos destinados a asuntos sociales como la sanidad, la educación, etc., lo que ha ido desgastando el conocido como «Estado de Bienestar», en el que se basa la propia definición del Estado expresada en el artículo 1.1 del Título Preliminar de la Constitución Española de 1978, que dice textualmente:
«España se constituye en un Estado Social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico a la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».
Las condiciones de trabajo se precarizaron a causa de la Reforma Laboral de 2012, como se constata observando la tasa de desempleo del último trimestre de 2013, que alcanzó el 26,03%, Según la UGT (2014), el número de menores de 35 años desempleados ha ascendido hasta el 47% en los últimos años, lo que comporta un incremento del 8% respecto a los registros anteriores a 2008. Para los sindicatos, esta reforma significó «trabajar más y peor por menos», y de acuerdo con el informe de 2014 de la Secretaria de acción sindical de la UGT, esta norma condujo a un incremento de los contratos precarios, ya fueran temporales, de formación o de prácticas (incluso aquellos no ajustados al perfil formativo de los empleados). Además, se redujo la contratación de personas con diversidad funcional, y se incrementaron los despidos colectivos, dado su abaratamiento. La entrada en vigor de esta reforma redundó en el beneficio de las empresas mediante la modificación de las condiciones de trabajo, como ilustra el artículo 41.1 del Real Decreto de Ley 3/2012, febrero 2012, de medidas urgentes de reforma del mercado laboral (convertida en Ley 3/2012, de 6 de julio de 2012), que dice textualmente: «La dirección de la empresa podrá acordar modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo cuando existan probadas razones económicas, técnicas, organizativas o de producción. Se consideran tales las que estén relacionadas con la competitividad, productividad u organización técnica o del trabajo en la empresa». Entre las condiciones de trabajo que esta ley permite flexibilizar a criterio de las compañías se hallan. entre otras: aquellas que afectan a horarios y jornadas de trabajo, el régimen de trabajos a turno o el sistema de remuneraciones, lo que incrementó la indefensión de los trabajadores, y fomentó una mayor arbitrariedad por parte de las empresas a la hora de fijar estas condiciones.
El impacto social de estas reformas y recortes se ven también reflejados en trabajos como los de Laparra et al., (2010) o Lorenzo et al., (2014), y en las encuestas de instituciones como el Institut a de Catalunya (2012) o el Instituto Nacional de Estadística (2014), que muestran no solo una degradación de las condiciones de trabajo en el sector privado, sino también en el público, viéndose afectadas las dotaciones destinadas a las prestaciones sociales de las que amplios sectores sociales dependen, incluidos los recursos para el sistema público universitario.
1.2. Crisis, pobreza y exclusión
Los datos correspondientes a 2014 del EUROSTAT muestran como el 29,2% de la población espa-ñola se encuentra en riesgo de exclusión social, siendo este dato 5,2 puntos porcentuales superior la media de la Unión Europea, que es del 24,4%. Este deterioro en las condiciones de vida tiene su refle-jo en el incremento del desempleo y de las desigualdades sociales, así como en el aumento del número de desahucios, de la demanda de servicios de asistencia social, y del número de personas que tuvieron que volver al domicilio familiar por no disponer de ingresos para vivir de forma independiente.
La Organización de las Naciones Unidas (1995) define la pobreza como «La condición caracterizada por una privatización severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda educación e información. La pobreza depende no solo de ingresos monetarios sino también del acceso a servicios». Por otra parte, Subirats (2004:2) afirma que la pobreza es un complejo de realidades que abarcan, más allá de la desigualdad económica, aspectos relacionados con la precariedad laboral, los déficits de formación, el difícil acceso a una vivienda digna, las frágiles condiciones de salud y la escasez de redes sociales y familiares, entre otros. La primera de estas definiciones procede de un organismo oficial, por lo que se trata de una operacionalización del fenómeno de la pobreza; mientras que la segunda representa una aproximación academicista a esta realidad. No obstante, ambas definiciones enfatizan que la pobreza se define básicamente por la ausencia de recursos materiales, aunque esta situación no represente un riesgo para la supervivencia. Desde este punto de vista, en la actualidad la pobreza se manifiesta frecuentemente y mediante múltiples formas como el paro de larga duración, la cronificación en la dependencia de ayudas sociales e incluso el impago y corte de los suministros básicos, entre otras muchas.
Por otra parte, se entiende por exclusión social «el proceso social de separación de un individuo o grupo respecto a las posibilidades laborales, económicas, políticas y culturales a las que otros sí tienen acceso y disfrutan» (Gil, 2002:21). Este proceso lo pueden desatar multitud de situaciones como el desempleo, disponer de una vivienda deficiente, las dificultades en el acceso a la educación, o en general, cualquier limitación en la participación social (Bel Adell, 2002:3). Otros autores como Hernández Pedreño (2010) subrayan el hecho de que las propias instituciones europeas huyan de los criterios exclusivamente economicistas a la hora de definir qué es la exclusión social, destacando su carácter multidimensional y procesual. Por tanto, existe en la sociedad una cierta «división invisible» entre aquellos ciudadanos que pueden hacer frente a las consecuencias de la crisis económica y vivir con una adecuada calidad de vida, y aquellos que se acercan mucho a la exclusión social, cuando no se ubican en ella. Subirats (2004) también afirma que la exclusión social es un proceso dinámico que se produce como «[...] resultado de una cadena de acontecimientos reforzados o impulsados por las desigualdades y determinaciones estructurales del sistema económico social». Este autor señala los principales ejes de desigualdad social (el género, la edad y la procedencia), y apunta a los tres pilares básicos de la inclusión, que pueden verse seriamente afectados en situaciones crisis, y que son: 1) la participación en la producción y en la creación de valores, 2) la adscripción cultural y ciudadana, y 3) la adscripción política y conexión con redes de apoyo social. A pesar de que estas definiciones fueron postuladas a principios del pasado siglo, y de que con poca frecuencia se asocian al conocido como primer mundo, se ajustan a la realidad de muchas personas en nuestro entorno inmediato.
1.3. El impacto de la crisis en el acceso a la universidad
En este contexto de crisis social y económica, los jóvenes no solo han experimentado graves dificultades en cuanto a su inserción laboral (Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Cataluña, 2014), siendo actualmente la tasa de paro juvenil superior al 50% en el conjunto de nuestro país, sino estas dificultades en el acceso al mercado laboral son superiores en aquellos titulados universitarios de clases sociales más desfavorecidas (Navarro, 2014). Estas dificultades para los jóvenes de clases obreras, también existen en cuanto a acceder y/o mantenerse en el sistema universitario, debido en gran medida al progresivo incremento que los precios y tasas universitarias han experimentado en paralelo al empobrecimiento de la población (Langa Rosado y Río Ruiz, 2013; Hernández Armenteros y Pérez García, 2013). El Informe ejecutivo sobre condiciones vida y participación de los estudiantes de la Universitat de Barcelona (Observatori de l’Estudiant de la UB, 2016) señala como, en el momento actual, a pesar que cursar estudios universitarios fomenta la movilidad social, persisten las diferencias en el acceso a la universidad en función de la extracción social de los padres de los y las estudiantes. En este sentido, a partir de la aplicación del Plan de Bolonia, a partir del curso 2012-2013 el precio del crédito universitario experimentó un aumento significativo, siendo Cataluña la Comunidad Autónoma donde se experimentó el mayor incremento (66,6%) respecto al curso anterior, en la que más resulta más caro estudiar en la universidad pública (Escardíbul et al., 2013; Andreu y Pérez, 2014). Las políticas en materia educativa llevadas a cabo durante los últimos años han tendido al beneficio del sector privado y al perjuicio del público, como se pone de manifiesto con leyes como la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa de 2013, o el Real Decreto 609/2013, 2 de agosto, por el que se establecen umbrales de renta y patrimonio familiar y las cuantías de las becas y ayudas al estudio para el curso 2013-2014, y se modifica particular-mente el real decreto 1721/2007, de 21 de diciembre, por el que se establece el régimen de las becas y ayudas al estudio personalizado. Con esta norma se reducen o suprimen ayudas como aquellas destinadas a desplazamiento, ayudas residenciales, material para el estudio, realización del proyecto final de carrera, ayudas por rendimiento académico o complementos para cursar másteres. Además, esta reforma dificulta el acceso a las ayudas, al incorporar un componente variable que considera para su concesión no solo la nota media y la renta familiar del solicitante, sino también el número de becados; al mismo tiempo que se endurecieron los requisitos de rendimiento académico para acceder a una beca, ya que se exige una mayor nota en las pruebas de acceso a la universidad, teniéndose que aprobar durante los cursos posteriores un mínimo del 85% de créditos matriculados en el caso de las enseñanzas técnicas, y del 100% en el resto. Incluso se contempla el supuesto de que se deba reembolsar el importe íntegro de la beca en caso de no superar el 50% de créditos (Río Ruiz, 2014).Como derivada de esta situación, y de las barreras con la que los y las jóvenes han de enfrentarse para acceder a la universidad (como la falta de trabajo o la clase social de sus padres), cabe preguntarse hasta qué punto los propios estudiantes universitarios podrían estar exponiéndose a situaciones de riesgo de exclusión social como la prostitución, el tráfico de drogas, el trabajo precario, etc., con el único propósito de poder costearse sus estudios, lo que supondría una situación de emergencia para el sistema universitario, y exigiría una rápida y contundente respuesta institucional. Este estudio, que representó un Trabajo Final de Grado (TFG) de Educación Social por la Universitat de Barcelona se centra en una muestra de estudiantes de esta materia durante el curso 2013-2014, en el que podría es-tar produciéndose la paradoja de que estos futuros profesionales que han de combatir la exclusión se estarían exponiendo a ella, precisamente para poder alcanzar su capacitación profesional. 2.MétodoSe optó por una metodología de carácter descriptivo ya que el objetivo del estudio era aproximarse a un fenómeno aún inexplorado: la situación socioeconómica y laboral de los y las estudiantes de último curso del Grado de Educación Social de la Universitat de Barcelona; y hasta qué punto esta podría relacionarse con la realización de comportamientos vinculados a la exclusión social, para poder costearse sus estudios, y con la actitud respecto a realizarlos en caso de necesidad. Por otra parte, se optó por la metodología cuantitativa debido a: (1) el mencionado carácter descriptivo y exploratorio del estudio (2) la necesidad de acceder a una muestra de estudiantes lo más numerosa posible, (3) la dificultad que supondría procesar y analizar una cantidad elevada de información cualitativa, y (4) la confidencialidad que garantiza el empleo del método de encuesta, el cual facilita que las respuestas a preguntas potencialmente comprometedores sean lo más sinceras posibles, y se vean lo menos afectadas por un efecto de «deseabilidad social».
 
2.1. Preguntas de investigación
Debido al carácter exploratorio del estudio, no se establecieron hipótesis específicas, sino que se trabajó a partir de las siguientes preguntas de investigación: ¿Cuál es el perfil socioeconómico y laboral de los y las estudiantes de último curso del Grado de Educación Social de la Universitat de Barcelona? ¿Hay estudiantes de Educación Social que hayan realizado comportamientos de riesgo de exclusión social con el único propósito de costearse sus estudios? ¿Cuál es la prevalencia de estos comportamientos entre los y las estudiantes de 4.º curso del Grado en Educación Social en la Universitat de Barcelona? ¿Hasta qué punto existe una disposición por parte de estos estudiantes a realizar voluntariamente comportamiento de riesgo para poder costearse la carrera?
 
2.2. Participantes
 
En el estudio participaron 96 estudiantes de 4.º curso del Grado en Educación Social de la Universitat de Barcelona (77 mujeres y 19 hombres), del total de 178 estudiantes matriculados de la asignatura Trabajo Final de Grado. Se trató de una muestra accidental (ya que participaron aquellos estudiantes que voluntariamente accedieron a contestar el cuestionario), pero relativamente representativa del con-junto de estudiantes de último curso de esta titulación, ya que: 1) representa un 53,4% de estudiantes de cuarto curso, 2) estos estudiantes, al tener un recorrido dentro de la institución universitaria de al menos 3 años, han experimentado en primera persona el incremento de los precios y las modificaciones en la política de becas iniciados en el curso 2012-2013. El 24% de la muestra encuestada no trabajaba en el momento del estudio. Ya que el objetivo principal de este trabajo era identificar la hipotética paradoja que supone el hecho de que los futuros profesionales de la Educación Social se vean inmersos en situaciones de exclusión para alcanzar su capacitación profesional a pesar del endurecimiento del contexto y las medidas políticas adoptadas, el único criterio para participar en la investigación fue estar en el último año del grado en el momento del estudio (curso 2013-2014), sin incluir ningún otro tipo de variables de exclusión. 2.3.Elaboración del instrumento de recogida de información
Para realizar el trabajo de campo se creó un instrumento a partir de la adaptación del cuestionario empleado por el Observatorio del Estudiante de la UB para realizar el registro de la situación socioeconómica de sus estudiantes. Este cuestionario fue ampliado mediante la inclusión de una serie de ítems relativos a las dimensiones que se incluyeron en el cuestionario final fueron: Una primera dimensión descriptiva relativa a la información sociodemográfica de los participantes. Otra relativa a la situación socioeconómica y laboral, y a la percepción del impacto de las políticas universitarias en una escala de tipo Likert, con 4 opciones de respuesta: «nada», «un poco», «bastante» y «mucho». Una última dimensión mediante la cual se evaluaba el grado de exposición a comportamientos de riesgo social y su actitud respecto a llevarlos a cabo en el futuro, empleando una escala actitudinal con un rango de 0 a 10 puntos.2.4.ProcedimientoEn primer lugar, se contactó mediante un email con los docentes del TFG, solicitando su autorización para realizar la recogida de datos durante los 10 primeros minutos de una de sus sesiones de clase. En el momento de la obtención de información, la encuestadora (n=1) indicaba en líneas generales el propósito del estudio, y para evitar un posible efecto de deseabilidad social, informaba de que los datos obtenidos serían tratados de acuerdo a la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, por lo que quedaba totalmente garantizada la confidencialidad y el anonimato de las respuestas. También se indicó a los participantes que, ante cualquier duda, podían solicitarle cuantas aclaraciones fuesen necesarias. Finalmente, se informó de que no había respuestas correctas ni incorrectas, y de que se debía contestar las preguntas con la mayor rapidez posible. El tiempo me-dio que demoraba la aplicación del cuestionario fue de aproximadamente diez minutos.
 
2.5. Plan de análisis de datos
Los datos de las encuestas fueron introducidos en una matriz de datos construida mediante la plataforma Google Forms. Posteriormente se generó la matriz final de datos mediante el software IBM SPSS (versión 21), para Windows. Los análisis estadísticos consistieron en el cálculo de medias con sus correspondientes desviaciones estándar y en el cálculo de frecuencias y porcentajes, tanto para la descripción sociodemográfica de la muestra como para la evaluación de la prevalencia de comportamientos de riesgo social ya realizados por los participantes en el estudio. Finalmente, para la compa-ración de medias obtenidas en la escala actitudinal en función del género se emplearon pruebas de análisis de la varianza univariantes (ONEWAY Anova).
 
3. Resultados
3.1. Características sociodemográficas y sociolaborales de la muestra
La muestra estuvo compuesta por un 80,2% de mujeres y un 19,8% de hombres. La media de edad fue de 26,84 años (D.T.=6,29), siendo de 26,09 (D.T.=5,33) en el caso de las mujeres y de 29,84 (D.T.=6,29) en el de los hombres. Respecto a la percepción de la propia situación económica, el 39,6% de los participantes consideraron su renta como baja, el 39,6% como media-baja, el 18,8% como media, y solo un 2% la consideran media-alta o como alta. En cuanto a su situación sociolaboral, los participantes mayo-ritariamente vivían con sus padres (44,8%), seguidos por un 24% que convivían en pareja, y el (16,7%) que compartían piso. Respecto a su situación económica, en la mayoría de casos la principal fuente de ingresos provenía de las rentas del trabajo (38,5%), seguida de ayudas familiares (21,9%). A este respecto, el 60,5% de los estudiantes que percibían apoyo económico de sus familiares, lo recibían de parte de sus padres. En cuanto a la situación laboral de los participantes, un 75,8% de la muestra trabajaba en el momento del estudio. No obstante, del 24,2% de estudiantes que no trabajan, el 60,9% no estaban inscritos en el registro de desempleados, En cuanto a la dedicación, un 59,5% de los participantes trabajaban a jornada parcial, un 21,6% trabajaba a jornada completa, y un 14,9% lo hacía de forma intermitente. Un 4,1% informó de disponer de dos trabajos (uno a tiempo parcial y otro esporádico; o dedicación com-pleta en uno y parcial en el otro). No obstante, representa un dato relativamente positivo el hecho de que el tipo de contrato más habitual entre los participantes en el estudio fuera el de carácter indefinido (35,5%), seguido del eventual (32,9%). En cuanto a las becas obtenidas por los estudiantes encuestados a lo largo de los dos años previos al estudio, un 39,6% no había recibido ningún tipo de ayuda (ni Beca de Equidad ni Beca General).
3.2. Comportamientos de riesgo
El Gráfico I resume aquellos comportamientos relacionados con el riesgo social que los participantes informaron haber realizado a lo largo de su paso por la universidad, con el único propósito de poder costearse los estudios. Como puede observarse, el comportamiento de riesgo social más prevalente en nuestro estudio fue el de haber trabajado en el pasado sin contrato (35,8%). De hecho, un 21,1% de participantes afirmó que lo hacía en el momento de contestar la encuesta, por lo que el total de estudiantes que en algún momento ha trabajado sin contrato ascendió al 56,9%. Además, el 2,1% en algún momento había cobrado por sus apuntes o realizado trabajos para otras personas: y un 1% lo hacía en el momento del estudio, por lo que el porcentaje total de este «fraude académico» (en tanto que se altera el rendimiento académico de terceras personas mediante una cierta suplantación de la identidad por parte del estudiante que realiza estos trabajos a cambio de dinero) era del 3,1%. Un 5,2% de los estudiantes había participado en algún momento en ensayos clínicos, y un 2,1% había donado semen u óvulos para obtener el dinero necesario para poder financiarse la carrera. Finalmente, un 6,3% manifestó que había traficado con drogas, e incluso un participante declaró haberse prostituido para poder mantener sus estudios universitarios.
 
3.3. Actitudes respecto a los comportamientos de riesgo.
Tal como se resume en el Gráfico II, el 97,9% de participantes mostraron en la escala actitudinal en mayor o menor medida, su disposición a trabajar sin contrato, y un 87,5% se valoraba la posibilidad de comerciar con sus apuntes y trabajos para ganar dinero. El 72,6% de encuestados se manifestaron dispuestos a participar en ensayos clínicos o a donar óvulos o esperma (73,4%) a cambio de dinero. Finalmente, el 66,7% se manifestaba en cierta medida dispuestos a traficar con drogas, e incluso un relevante 28,1% no descartaba completamente la posibilidad de prostituirse para poder financiarse la carrera.
4. Discusión
En primer lugar, en cuanto al impacto de los recortes en las políticas en materia de becas realizados durante los años de recesión económica, éste se ve reflejado en nuestro estudio, dado que un alto porcentaje de participantes que las habían solicitado (prácticamente en 40%) no había recibido ningún tipo de ayuda al estudio. En lo referente a la situación laboral de nuestros encuestados, a pesar de que la mayoría de ellos declaró disponer de trabajo, la mayor parte de ellos percibía su propia situación económica como media-baja o directamente baja. Esto sugiere que reciben una escasa retribución por su trabajo, y que, en general, desarrollan sus actividades laborales en unas condiciones precarias. La existencia de esta precariedad laboral se ve apoyada por el hecho de que, aunque una gran proporción de encuestados convivía con sus familias, y manifestaba que su principal fuente de ingresos era su propio trabajo, de hecho, dependían de la ayuda económica proporcionada por sus familiares para poder costearse sus estudios universitarios. También en relación a la precariedad en la que desarrollaban su trabajo, los resultados revelaron que la dedicación laboral más habitual era aquella a tiempo parcial (en sintonía con la tendencia general del mercado laboral en nuestro país), e incluso una gran parte disponían de una o más ocupaciones sin un contrato laboral, aunque ciertamente, se observó que el 35,5% de los participantes que trabajaban en el momento del estudio lo hacían con un contrato indefinido.
 
Por tanto, a pesar de que los participantes no descartaban abandonar sus estudios ante su complicada situación socioeconómica, la mayoría la afrontaban alternando estudios y trabajo, o incluso acudiendo a alternativas menos lícitas y relacionadas con la misma exclusión social contra la cual quieren intervenir en su futuro profesional, cómo el tráfico de drogas, entre otras. En cuanto a estos comportamientos relacionados con la exclusión social que los estudiantes manifestaron haber realizado en alguna ocasión para financiarse los estudios universitarios, un elevado número de participantes habían trabajado sin contrato (con la consiguiente vulneración de sus derechos y la exposición a situaciones de vulnerabilidad e indefensión). Además, se registraron casos en todos los comportamientos de riesgo evaluados, incluso en lo referente al tráfico de drogas o la prostitución, lo que constituye una realidad francamente alarmante, e incluso dramática. También resulta significativo el hecho de que la práctica totalidad de los participantes declaró que, si fuera necesario para pagarse la carrera, estaban dispuestos a realizar alguno de los comportamientos de riesgo evaluados en la escala, aunque en el pasado nunca se lo hubieran planteado. De hecho, se registró un elevado índice de estudiantes dispuestos a trabajar sin contrato y a traficar con drogas, si se diera el caso de que sus estudios dependieran de ello. Respecto a las diferencias de género, las mujeres se mostraron más predispuestas a trabajar sin contrato y a realizar trabajos académicos para terceros, mientras que los hombres mostraron una mayor disposición a ejercer la prostitución y a donar esperma. En cuanto a la participación en ensayos clínicos o traficar con drogas, no se observaron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres. Además, se observó una posible relación inversa entre la percepción del propio nivel adquisitivo y la realización de conductas de riesgo social, o la disposición de llevarlas a cabo en el futuro. Nuestros resultados sugieren que los estudiantes con menor nivel adquisitivo se pueden ver en ocasiones forzados a aceptar trabajar en condiciones precarias durante sus estudios, cuando no a exponerse a otras situaciones que no se plantearían si no fuera por la necesidad de obtener los recursos mínimos para poder mantenerse en la universidad. Cabe incluso reflexionar sobre hasta qué punto esto podría comprometer su rendimiento académico, dada la interferencia de estas situaciones de riesgo en el correcto seguimiento por parte de estos y estas estudiantes de las actividades académicas. Además, cabría también profundizar en la posibilidad de que, estas situaciones y conductas con las que han entrado en contacto a lo largo de sus estudios se pudieran cronificar, por lo que paradójicamente su paso por la Universidad, en vez de haber actuado como un ascensor social, habría precisamente supuesto su puerta de entrada a la exclusión. En estos casos estaríamos delante de una realidad hasta ahora inexplorada: la de los estudiantes universitarios en situación de riesgo de exclusión social a causa de su propia motivación académica. Por tanto, en el futuro es preciso realizar estudios más amplios y profundos en relación al impacto de la crisis económica y sus derivadas, no solo en los estudiantes de Educación Social de la Universitat de Barcelona a los que se pudo acceder para este estudio, sino a nivel global del sistema universitario, donde según el tipo de grado y de Comunidad Autónoma, las diferencias en los precios de matrículas son notables (Andreu y Pérez, 2014). Cabe además, emprender un proceso de reflexión dentro de la institución académica respecto a cómo prevenir y detectar estos casos, y especialmente en relación a cómo actuar para revertir estas situaciones una vez son una realidad, para alejar a los estudiantes de la exclusión más o menos latente en la que se puedan hallar inmersos. No obstante, hay que valorar nuestros resultados con cautela debido a sus limitaciones metodológicas (tamaño de la muestra, sesgo en el tipo de población evaluada, que pertenece a un segmento muy concreo de una determinada institución universitaria, etc.), que han de ser tenidas en cuenta en estos hipotéticos estudios futuros. Ciertamente, nuestra muestra no es representativa de toda la población universitaria y además se ha de considerar el grado de compromiso que podría significar la respuesta a algunas preguntas planteadas en la encuesta podría haber provocado un efecto de «deseabilidad social» que habría sesgado, al menos parcialmente, nuestros resultados. No obstante, este estudio apunta hacia una preocupante realidad, fruto del pasado y del presente contexto económico, así como de las políticas públicas llevadas a cabo para afrontarlo. Esta hipotética realidad exige la atención de las instituciones públicas (especial-mente la universitaria), las cuáles han de asumir la responsabilidad de velar por la igualdad de derechos y oportunidades de los jóvenes, no ya solo en cuanto al acceso a la formación universitaria, sino también en la prevención del abandono académico por causas sociales, y de las conductas de riesgo que puedan estar dispuestos y dispuestas a realizar para evitarlo, y sus consecuencias a nivel psicológico, social y moral.

Actividades para trabajar la inclusión educativa

1. Atrapados y atrapadas. 

El objetivo de este juego es confiar en uno mismo y en los compañeros y compañeras para aumentar la autoestima y el autoconcepto a través de iguales. 
Los participantes de esta actividad se cogen de las manos y forman un círculo y se elige a uno de ellos para que se coloque dentro del mismo. El objetivo es que los niños y las niñas situados dentro de cada círculo consigan salir de él en un tiempo determinado, por ejemplo en un minuto. El niño o la niña que consiga salir del círculo tendrá un punto y el niño o niña del círculo le sustituirá en el centro de éste. Al resto de participantes les tocará el turno considerando el sentido de las agujas del reloj a partir del primer niño elegido o niña elegida. No podrán salir del círculo si algún niño/a le toca con las manos; podrá realizar tantos intentos como quiera dentro del tiempo límite. Se considerará escapado de la cárcel cuando tenga todo el tronco fuera de ésta. La cárcel puede moverse en el sentido de las agujas del reloj. 

2. Jugamos al veo veo.

Nos encontramos en un aula, en la cual tenemos a un alumno con TEA, por lo que a continuación, propongo una actividad a realizar para desarrollar y favorecer la interacción y relación de todo los alumnado, y así potenciar la inclusión, consiguiendo que el alumnado comprenda que se puede trabajar en equipo integrando a todo el alumnado a pesar de las dificultades que puedan tener cada uno de ellos/as por sus características individuales.  La actividad es la siguiente;
Esta actividad consiste en el juego del "veo veo" pero de una manera diferente al tradicional, ya que ellos serán los protagonistas del juego y no los objetos del aula. El alumnado dispondrá de tarjetas de fotos de  todos los alumnos/as. La maestra cogerá una tarjeta y el alumnado deberá formular preguntas  para adivinar de quien se trata. 
La dinámica del juego es muy parecida al "quién es quién", ya que poseerán otra plantilla donde podrán ir tachando o rodeando las pistas que ya tienen, por ejemplo; si tiene el pelo rubio o castaño, pelo corto o largo etc... La maestra podrá dar indicaciones y aclaraciones para facilitar el juego, incluso podríamos hacerlo por parejas o grupos para fomentar el trabajo en equipo. 

3. Las palmitas.

Este juego tradicional nos ayudará a trabajar la inclusión y mejorará las habilidades motrices y comunicativas del alumnado.
 El juego consiste en agruparse por parejas y al ritmo de la canción que canten ir chocando las palmas de sus manos con las del compañero o compañera. Esto hará que establezcan interacciones entre ellos, sin importar si tienen necesidades especiales o no ya que eso no será ninguna barrera para jugar. Además si nos encontramos con algún alumno o alumna con TEA que se sienta incómodo a la hora de establecer contacto físico con los demás este juego le será beneficioso porque se acostumbrará a mantener contacto físico con sus compañeros y compañeras pero sin que este le resulte invasivo.
Con los juegos inclusivos conseguimos que los niños y niñas se pongan en el lugar de los demás y sean conscientes de los obstáculos a los que se enfrentan algunas personas en su día a día. Con esto esperamos enseñar a los más pequeños a tolerar aquello que es diferente y a actuar de manera inclusiva y respetuosa.

4. Realiza tu retrato

El principal contenido de esta actividad es la educación inclusiva. Los niños y niñas deberán realizar un dibujo de un compañero al azar. Entre ellos, se encuentra un compañero con síndrome de Down. Estos dibujos los pondremos en una cuerda colgados en la clase e invitaremos a los padres, donde intentarán diferenciar de que alumno o alumna se trata. Ningún padre supo adivinar de que alumno se trataba, incluso ni sus propios hijos, ni nuestro alumno con síndrome de Down.
Esta actividad nos ayudará a concienciar que para los niños no existen diferencias, a fomentar la educación inclusiva y a favorecer la participación de las familias.

martes, 25 de abril de 2023

"Desigualdad social y desigualdad educativa"

Estos son tiempos en los que es frecuente escuchar a muchos docentes decir que no han sido preparados para las situaciones que deben ser enfrentadas hoy en las escuelas. 

La pregunta es: 

¿hay alguien que efectivamente esté preparado para esto? 

¿Hay una manera de estar preparado frente a algunas historias que escuchamos? 

¿Hay espacio para una "brisa de igualdad" frente a la tempestad que se va abriendo camino? 

Sin dudas la escuela viene dejando y puede continuar ofreciendo sus huellas, porque no da lo mismo un adulto o una institución que se preocupa por un niño en situación de padecimiento que un adulto que le dé la espalda. Ese niño va a crecer diferente. Lo que podamos hacer, sea limitado o no sea todo lo que nos gustaría hacer, es un avance que se sostiene sobre esa convicción de que es posible establecer algo igualitario en la escuela para la sociedad. Freud sostenía que el futuro es deseo sobre la vida, y esa convicción, ese deseo es también una política. No desde una perspectiva meramente voluntarista, no sólo desde la opción militante, sino con una capacidad profesional que se afirma en esa convicción política: queremos un mundo mejor con una sociedad más igualitaria. Frente a esto les propongo un breve recorrido por las nociones de igualdad y desigualdad, cómo se pensaron y se procesaron históricamente para revisar dónde se ubican los educadores. El sistema educativo moderno nace con una promesa de igualdad. Rousseau sostenía la existencia de una "desigualdad natural", la física, y otra "no natural", que es la moral o política, y decía que es precisamente sobre esta última es sobre la que podemos intervenir. Hoy podríamos plantearnos que incluso la desigualdad física es construida socialmente, y cuestionar la validez de esta distinción. En una sociedad de sujetos libres que en su accionar con las instituciones van conformando un devenir social, hay márgenes de libertad para operar en los contextos más difíciles, y esos márgenes de libertad hay que usarlos y profundizarlos. Por otra parte, a la denuncia por la desigualdad socioeconómica, característica de esa época y también de ésta, que se centra en pensar la desigualdad como un dato duro o estructural, se le pueden sumar los aportes de teorizaciones más recientes. Algunos pensadores franceses, estadounidenses y canadienses sostienen la necesidad de analizar un tipo de desigualdades que caracterizan como dinámicas. En la Argentina actual esta puede ser una categoría muy útil para entender cómo estas desigualdades estructurales están sometidas a dinámicas mucho más azarosas e imprevisibles que hacen que a la gente del ♦ Dra. en Educación. Coordinadora del Area de Educación de la FLACSO mismo ingreso le pasen cosas muy diferentes y actúe de formas muy diferentes. Las causas por las cuales cierta gente se vuelca a la delincuencia o no, a la militancia política o no, están vinculadas con estas desigualdades dinámicas. Por ejemplo, la diferencia entre la gente que se quedó con dinero en el "corralito" o no, pudo haber sido la diferencia de enterarse una hora antes o no enterarse. Y esto no tiene que ver con una situación estructural dura sino con una relación más dinámica, con redes de relaciones, una capacidad de decisión, de información, de educación; todos estos elementos también intervienen en cómo se construyen hoy las desigualdades en nuestro país y en el mundo en gral. La idea de desigualdades dinámicas -y no solamente estructurales- marca fuertemente las trayectorias de las personas; hacen a una capacidad de intervenir en esas dinámicas o ayudar a que actúen en otras direcciones. Es decir que, a las determinaciones sociales y económicas, se le agregan variables culturales, políticas, de género, organizativas, comunicacionales, que tienen que ver con la manera en que la sociedad se organiza. Otra cuestión interesante para pensar es que la desigualdad no es un estado definido de una vez y para siempre. Cierto es que son relaciones perdurables y fuertes que se establecen entre sujetos y abarcan distintos ámbitos. Obviamente intervienen la riqueza y los ingresos, pero también las oportunidades vitales y laborales, el género, la etnia, la región geográfica, el grado de urbanización, la edad; no es lo mismo que la crisis afecte a cierta edad o a otra, y esto vale también para los niños. Así, la desigualdad persistente necesita de vínculos de mutua conexión e interacción. No es por desconocimiento que se actúa en forma diferente con los desiguales sino por la reiteración de dinámicas y mecanismos sociales excluyentes. La desigualdad es una relación entre sujetos que abarca distintos ámbitos, y se convierte en persistente porque se repiten mecanismos de exclusión. Tiene que ver con cómo se relacionan los iguales con los desiguales, cómo se excluye a los desiguales o cómo se trata de incluir subordinadamente a los desiguales, lo cual nos conduce a preguntarnos por el conjunto de la sociedad. Nos obliga a preguntarnos qué está produciendo dicha situación. Por eso es un problema político y social que está en el corazón de las instituciones y las subjetividades y no sólo un problema de cómo se hace para incluir a los excluidos. Una pregunta posible es porqué la gente tolera la desigualdad y la inequidad creciente. Beatriz Sarlo sostiene que observa un cambio en los ´90, en los que nos acostumbramos a que la sociedad argentina sea impiadosa. "Ese es un verdadero giro en un imaginario que hasta no hace pocos años tenía al ascenso social como una expectativa probable para casi todos...”. Lidiamos cotidianamente con este dolor de la exclusión y allí uno va desarrollando una suerte de "anestesia", de mecanismos de defensa - razonables en cierto modo, pero el punto es si eso deja de conmovernos y de indignarnos. Entonces: ¿cómo hacemos para no anestesiarnos? La cuestión es cómo podemos hacer para protegernos como educadores, protegerlos a los niños, ofrecerles otra educación y al mismo tiempo poder proponerles algunas estrategias de superación, de salida, de reparación de las situaciones en las que estamos. En este punto es interesante revisar cómo se procesó históricamente la igualdad y la desigualdad en el sistema educativo argentino. Allí habría que revisar qué nos legó Sarmiento y su época, la de estructuración del sistema educativo argentino. Habría que volver a mirar cómo se pensó la utopía más democratizante que tuvo el sistema educativo argentino, mucho más democrática que cualquiera de la de sus contemporáneos. La idea de que el sistema educativo era lo que iba a producir la igualdad. Una igualdad entendida como un punto de llegada y no como un punto de partida, cuestión que requiere ser modificada en la actualidad. Es decir, hay que pensar la igualdad como un punto de partida; estamos educando sujetos iguales a nosotros, aunque haya injusticias, aunque haya desigualdades, pero eso no quiere decir que no sean iguales a nosotros. Esta diferencia es bien central para ver cómo pensamos la pedagogía. Ciertamente Sarmiento no la pensaba de esta forma; creía que quienes iban a la escuela eran "bárbaros" que debían recibir la "civilización" de manos del Estado Nacional. No obstante, para esa misma época una mujer educadora con la que Sarmiento tenía mucho contacto, Juana Manso, quien se había casado y separado -pensemos lo que eso significaba en esa época- con un brasileño, fue convocada por Sarmiento para dirigir la primera revista de educación del país: Los anales de la educación, de la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Juana Manso era una feminista ferviente defensora de los ideales de la Ilustración. En la acción de ambos están comprendidas muchas de las paradojas de esa igualdad inclusiva que se pensaba como punto de llegada, como "aculturación”, con muy poco espacio para la reflexión sobre este lugar del Estado, en el sentido del derecho que tenía o no a educar de esa manera, a pensar que ésa era la única civilización, a pensar que ésa era la única manera de la inclusión. Y esto está muy ligado a la forma en que se procesó la igualdad a lo largo de todo el siglo XX. Allí está la posibilidad de analizar cuáles son las estrategias de acción política que se definieron y que se definen en relación con la igualdad y qué tipo de relación con la norma y con la ley construirnos para darle forma a una sociedad más igualitaria, más inclusiva. Frente a esto, creo que es importante revisar una corriente que apareció en los ´60 o ´70 y creo que está en la base de algunas políticas focalizadas de los ´90, que es una crítica a la desigualdad cultural. Dos sociólogos franceses, Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron comenzaron a estudiar la reproducción cultural y el lugar de la escuela en la creación de circuitos y segmentos diferenciados de escolarización para los sectores ricos y medios, y para los sectores pobres. Bourdieu y Passeron lo ejemplifican de manera clara. Ellos dicen: La escuela propone ciertas actividades, por ejemplo, como una típica actividad de estación otoñal, mirar cómo caen las hojas en otoño. Pero: ¿quién sabe mirar las hojas que caen en otoño?, ¿qué sujetos estamos suponiendo ahí que saben mirar las hojas en otoño. ¿Qué disposiciones culturales tienen esos sujetos?, ¿qué tiempos libres tienen esos sujetos?, ¿qué relación con la naturaleza tienen esos sujetos? En el ejemplo se está suponiendo una relación especulativa, contemplativa (“¡Ah!, ¡qué lindo mirar cómo caen las hojas en otoño!”). Probablemente los sectores campesinos, rurales, no tengan tiempo o no tengan este tipo de relación, porque están trabajando y, sin que indique necesariamente que no miren o no "sepan" mirar, la relación que se plantean es diferente. Que los padres enseñen estos cambios a sus niños supone la presencia de árboles cerca, supone tiempo y supone capital cultural que, como vemos, está desigualmente distribuido. Estos saberes que parecen tan naturales y obvios no tienen nada de obvios, tienen que ver con una desigualdad cultural muy fuerte. También hay que cuestionar si esa relación especulativa, de paisaje externo, que establecen las clases medias urbanas con la naturaleza, es la más democrática o la más productiva; pero lo que es indudable es que no tiene nada de natural. Por eso creo que es importante debatir qué es fundamental que sepan nuestros niños y jóvenes si no queremos profundizar esta segmentación, si aspiramos a una idea de cultura más democrática, más pluralista, que incluya y dialogue con otras perspectivas. Sabemos que no es posible construir otros lazos con la cultura popular sólo a partir de la apuesta a referencias comunes para todo el mundo. Y esto me trajo a la memoria una escena que relataba una docente de la Ciudad de Buenos Aires que trabaja en escuelas ZAP (Zonas de Acción Prioritarias). Señalaba que se produjo un debate interesante en cuanto a la idea de acercar a los niños de sectores vulnerables a los bienes socialmente relevantes, a los museos, a los cines, etc., puesto que cuando llevó a su grupo de alumnos al Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) que se inauguró hace poco, precioso, muy moderno, a los chicos los cuadros no les importaban y, en cambio, estaban encantados con patinar en el mármol. Entonces surgió la pregunta y la discusión: ¿vale la pena llevarlos al museo, al cine? La maestra tendía a pensar que no, porque se distraían con otras cosas, y no veían los cuadros que es lo que ella consideraba importante ver. Con todo el respeto, creo que quizás habría que cuestionarse si no es peor renunciar a que salgan del barrio para que no se distraigan y se concentren en lo que queremos que aprendan, que insistir llevándolos tres o cuatro veces, hasta que ya no les llamen la atención las butacas del cine o el mármol del museo, sino la película, los cuadros, las obras. Se trata es de construir otra relación como meta, y esto también implica un cuestionamiento como docentes. También hay que cambiar esta sensación de “todo/nada” que tenemos, porque parece que, si la primera vez que voy no me sale como pensaba, no sirve. Ahí hay que revisar la formación pedagógica, el que todo tenga que "salir bien", cuáles son los objetivos y las etapas que me propongo como docente y sobre todo trabajar la relación con la cultura, con sí mismo y con los otros, como un problema pedagógico para todos. En un libro que se llama Frankestein Educador, Phillipe Meirieu plantea precisamente que el gran problema de la educación es cómo educar al otro y no "moldearlo". Sostiene que la educación es el misterio de cómo se fabrica un humano. ¿Cómo se humaniza un animal, como nos convertimos en seres humanos? En esa tarea, el gran desafío es qué lugar le damos al otro, cómo lo educamos sin pretender que sea un clon de nosotros mismos. La paradoja es cómo educo para la libertad en un marco que no es del todo libre; es decir, te enseño a ser libre, pero de la manera en que yo elijo/dirijo, con lo cual no es una opción del otro, es un marco que yo le proveo que le permite ser libre. Entonces qué tipo de libertad es ésta que se forma tan reguladamente, tan disciplinadamente y tan "desde arriba". Es, sin dudas, una paradoja productiva, que hay que habitar productivamente, y no evitar. Meirieu propone tres metáforas que tienen que ver con cómo pensamos al otro y qué pasa cuando el otro no hace lo que nosotros esperábamos. La primera es la de Pigmalión; el mito griego que él retoma de la obra de teatro de Bernard Shaw, en la cual los profesores de filología reeducan a una florista para una apuesta entre ellos, apuesta que gana el que cree que alguien puede convertirse en otro y lo hace el día en que la florista logra "pasar" por una señora de clase alta en una fiesta de la alta sociedad londinense. Allí le dicen: "Ud debe ser una princesa extranjera porque tiene algún dejo en el acento extraño, pero evidentemente es una chica de alta alcurnia". El profesor siente que ha triunfado, que ganó la pedagogía, la posibilidad de que la pedagogía la convirtiera en otro. Esto es Pigmalión, la posibilidad de moldear al discípulo como uno quiere, mientras Meirieu se interroga: ¿Esta es la mejor opción para la pedagogía?, ¿qué lugar hay allí para la libertad del otro?, ¿el alumno se tiene que acomodar a nuestro deseo? La respuesta es no, no es posible y tampoco es deseable. La segunda historia que revisa es la de Pinocho. Aquí la trampa reside en la intervención del hada madrina con la varita mágica, que lo convierte en humano y finalmente en un niño bueno. Lamentablemente los educadores no tenemos varitas mágicas -aunque muchas veces actuamos como si las tuviéramos- y creo que es importante ser concientes de aquello que estamos esperando como educadores. La varita mágica no va a venir. La tercera metáfora es la de Frankenstein, de ahí el título de la obra. El científico Víctor Frankenstein reniega de su obra, a la que ve como un monstruo. No puede reconocer lo que él quería. Es definitivamente monstruoso para él. Y entonces abandonó lo que no pudo manejar. Pero, en realidad, el "monstruo" no era malo. Comienza a vagar, se enamora de una chica que le enseña a hablar y que más tarde muere. Allí, en el preciso momento en que la sociedad le da la espalda, él se convierte en "malo". Regresa para pedirle a su creador que le cree una compañera, y ante el fracaso decide darse y darle muerte a su creador. Ése es el fracaso de la pedagogía de la fabricación. Es el fracaso producto del abandono. Y el fracaso pedagógico se inició cuando ese creador, al que no le gustó lo que había creado, abandonó a ese ser. Esta reacción de sentirse abandonados es la que los convierte en monstruos, no antes. Junto a esta idea de fabricación y de monstruos, los educadores debemos repensar la noción y la relación con los otros que construimos día a día. Entonces me pregunto el impacto de ciertos determinismos sociológicos, que suponen que por la crisis, por la pobreza, por la marginación, por la indigencia, estos chicos tienen el "destino marcado". El filósofo Baruch Spinoza decía: “No se sabe lo que un cuerpo puede”. Yo creo que es muy necesario recordarlo. Nunca, afortunadamente, se sabe lo que un cuerpo puede ante una situación determinada. Y esto hay que instalarlo en el corazón de la pedagogía. Estamos en un momento en el cual se volvió a estigmatizar muy fuertemente con nuevos lenguajes, con lenguajes sociológicos, con lenguajes de la asistencia social, de la psicopedagogía, a la pobreza, a la indigencia, a la marginación. Hace unos días, trabajando en una escuela de la Provincia de Buenos Aires, una docente decía: “En realidad, a esta altura, prefiero saber menos de mis alumnos porque cuando sé tanto ya no puedo intervenir. Me conmuevo demasiado, se pierden todos los límites y cuando lo veo, veo toda la historia"; entre tanto, otras colegas le contestaban: “Bueno, pero necesitás saber, porque no es lo mismo que venga de tal o cual lugar...” Creo que ésta es una discusión interesante a establecer entre equipos de trabajo: cuál es la distancia y qué necesito saber para querer educarlos, qué necesito saber para quererlos. Estar atentos a cuándo el saber se convierte en algo paralizante, inútil, que nos implica quedarnos en el padecimiento o en la estigmatización y no poder avanzar. Y no considerarlos puras víctimas, porque ahí se les saca toda capacidad de acción, toda capacidad de ciudadanía. Pensaba, además, en esta otra cara que es la de los héroes. Hoy se escucha hablar de la resiliencia, que tiene que ver con identificar las características que hacen que un sujeto pueda atravesar las crisis en mejores condiciones. Así, hay quienes están abocados a plantear pedagogías de la resiliencia: cómo logramos que más individuos posean esas características. Mi pregunta es si, en verdad, no estamos pretendiendo que los pobres, o los marginados, sean héroes, cuando en el fondo lo que tenemos que cambiar son las características sociales e institucionales que los están marginando y los están excluyendo. Entonces no hace falta que un niño a los tres, cuatro o cinco años sea un héroe, ni que deje de ser niño. Lo que tenemos que pensar son formas, estrategias, de políticas integrales dirigidas a la infancia. Políticas de protección que integren áreas sociales. Tenemos cosas urgentes para hacer: en primer lugar, establecer alianzas con otras instituciones sociales desde la escuela contribuyendo a la tarea de los docentes, que se encuentran muy solos antes estas situaciones. Y esto supone, desde nuestro lugar de educadores, reubicarnos en otra posición que no es la de que tenemos que saber todo ni que tenemos que poder con todo. En segundo lugar reconstruir la idea de transmisión cultural como eje de la educación y del trabajo escolar. Hoy se habla mucho del asistencialismo versus enseñanza y esto viene acompañado de una visión intelectualista de la enseñanza. No es que desatienda lo intelectual, ni mucho menos que crea que haya que bajar las pretensiones en ese nivel. Lo que pienso es que hay que plantearse al otro en términos de sujeto de conocimiento, sujeto de derecho, sujeto de expresión, sujeto de deseo y sujeto con capacidades para el trabajo. Que no es meramente enseñarles lo intelectual, concebido además de manera muy restringida. Un profesor que enseña Formación Etica y Ciudadana me comentó que planificó su trabajo en función de la idea de “sujetos de derecho y sujetos vulnerables”, en una escuela en una villa. Los chicos respondieron muy bien porque era un tema que a ellos les preocupaba. Armó un programa que enlazaba con sus intereses, con sus preocupaciones, sus demandas; y partió de considerarlos como sujetos de derechos. Era una manera de decirles: “A mi me importa que no te maten, me importa que tengas un lugar en esta sociedad", y era una apuesta, conocimiento mediante, a inscribirlo en otra red de relaciones, en otra red social. No es bajar la apuesta sobre lo intelectual sino es volver a pensarla en conjunto. En tercer lugar, creo que hay que empezar a trabajar sobre la formación ética y política de los educadores. Es un punto en el que hay que detenerse y ensayar caminos ante interrogantes como: ¿De qué forma trabajar hoy contra este determinismo sociológico?, ¿qué procesamiento pedagógico hacemos del padecimiento y del dolor frente a las injusticias y la desigualdad?, ¿cómo le hacemos un lugar a ese dolor sin que ese lugar lo ocupe todo?, ¿cómo ese lugar no es todo lo que podemos ofrecerle?, ¿cómo les podemos transmitir - retomando a Jerome Bruner- que “la escuela es un lugar de contacto con otros mundos posibles"? Y pensar profundamente las condiciones de hospitalidad ofrecen hoy las escuelas: qué se les exige para el ingreso, qué en su apariencia, en su lenguaje, qué cosas les ofrecen, cómo los aprecian en lo positivo que traen, cómo hace lazo con eso que traen sin considerarlos como sujetos puramente carentes. El filósofo francés Jacques Rancière, en un libro muy interesante y muy polémico, llamado “El maestro ignorante”, recupera la experiencia de un maestro de la época de la Revolución Francesa llevada a cabo en Bélgica, en la que va a enseñarles a hablar francés a los obreros belgas sin hablar su lengua. Para ello partió del empleo de un libro, "El Telémaco”, en una edición bilingüe francés-belga. Al mes de trabajo los obreros ya sabían escribir francés. Joseph Jacotot, así se llamaba el maestro, concluye que “no hace falta saber para enseñar; yo no sabía belga y les enseñé francés. Sabía lo que tenía que saber, que es que estos sujetos podían aprender...”. Si bien yo no estoy muy de acuerdo con esto, y me parece importante saber mucho más de lo que sabemos hoy, creo que ese saber del que habla el maestro francés es fundamental. Si no está ese saber, el otro saber no sirve de mucho. Partir de la hipótesis de igualdad de cada sujeto involucra un cambio en cómo nos pensamos y cómo pensamos la docencia. El autor sostiene que: “La igualdad no es formal ni real; no consiste ni en la enseñanza uniforme a los niños de la República ni en poner a disponibilidad productos a bajo precio en los estantes de los supermercados. La igualdad es fundamental y es intempestiva. Está remitida siempre a la iniciativa de los individuos y los grupos que contra el curso ordinario de las cosas toman el riesgo de verificarla, de inventar las formas individuales o colectivas de su verificación. No alcanza con poner el mismo saber a disposición de todos ni con regalar bienes culturales. El punto es cómo construimos condiciones para la igualdad, cómo estamos convencidos de que todos somos sujetos iguales, y que es esa fuerza intempestiva contra el curso ordinario de las cosas que nos pone a inventar otras formas". Ése es uno de nuestros grandes desafíos. Retomar esa fuerza intempestiva, subir la apuesta, para que la igualdad sea un punto de partida y no de llegada, para que la escuela se enriquezca de experiencias, de conocimientos, de pasiones, de cuidarnos cada uno y a los otros. Me parece que ésa es una escuela que puede hacer un buen aporte para que esta sociedad nos dé más alegría y más bienestar a todos.

CITA APA

Dussel, I. (2008). Desigualdad social y desigualdad educativa. Programa interdisciplinario de investigaciones en educación.

lunes, 10 de abril de 2023

Calidad estadística del sistema educativo: La educación no es accedida por todos los costarricenses.

Cita APA 

Duarte, S (2022). Calidad estadística del sistema educativo: La educación no es accedida por todos los costarricenses. Delfino.

Sin educación no hay oportunidad laboral, o al menos es lo que se opina coloquialmente. Según datos del Ministerio de Educación Pública del 2018, se afirma que la exclusión educativa fue la más baja en los últimos 10 años con una disminución del 4,3% al 3,1% a nivel nacional y con una reducción del 1,2% en secundaria, a la fecha de su publicación, que fue realizado el 19 de marzo del 2018. Esto apunta a un cambio positivo al intuir que la población tiene más posibilidades de acceder al derecho de la educación y este es el mayor propósito. (Cordero, 2018). ¿Pero la exclusión educativa ha cambiado lo suficiente en comparación a otros años? 

Una relación que se puede hacer cuando se habla sobre la escasez de posibilidades de acceder a la educación es la zona: entre más lejos se encuentre de la capital del país, menos accesibilidad hay a la educación, ya que se puede pensar que en zonas más lejanas no se les da la misma atención o que no se invierte económicamente de la misma manera; no obstante, los datos pueden indicar lo contrario. Según datos del Centro Centroamericano de Población en el 2014 (CCP, 2014), el porcentaje de asistencia de personas entre las edades de 5 a 24 años demuestra un cambio positivo entre los años 2000 y 2011 en zonas como Talamanca, Coto Brus, Sarapiquí, Hojancha y Buenos Aires, mostrando cambios del 14.9%, 14.6%, 13.8%, 13.4% y del 12.0% respectivamente. Por su parte, entre más cerca se esté de la capital van a haber cambios casi negativos entre los años 2000 y 2011 incluyendo a la misma capital de San José, en lugares como San José, Barva, Montes de Oca, Goicoechea y Guatuso; con porcentajes de 0.2%, 0.0%, -0.4%, - 0.5% y -0.7% respectivamente. 

Al analizar la evolución de la exclusión educativa a un nivel geográfico, y con datos que se puedan considerar desactualizados, se puede generar la falta de certeza al momento de realizar un diagnóstico, por lo que agregar el punto de vista nacional con datos más recientes facilitará el proceso de la conclusión. De acuerdo con las estadísticas del Programa Estado de la Nación de los años 2014-2018, la asistencia a la educación en personas de 13 a 17 años a nivel nacional es la siguiente: 88.54%, 87.58%, 87.77%, 88.22% y 88.965% respectivamente para cada año. En la estadística del porcentaje de asistencia a la educación en personas de 18 a 22 años con los mismos años de referencia, se obtiene lo siguiente: 47.53%, 46.23%, 47.14%, 44.43% y 47.719% respectivamente para cada año del 2014 al 2018. (Programa Estado de la Nación, s.f.) El rango de edad anterior (13-22) se usa con el propósito de contrastar el dato del MEP sobre la exclusión educativa en secundaria, ya que por lo general esas son las edades más presentes en la secundaria. 

En síntesis, si hay una conclusión que se puede determinar es, mientras que sí hay un cambio positivo a inicios de la década pasada (2011) no es lo suficientemente constante como para llamarlo un cambio significativo acercándose al fin de esta (2018). Puede que para el 2018 se haya alcanzado el porcentaje más bajo de exclusión educativa, pero al revisar los datos de las personas que supera los 18 años, el porcentaje de personas que asiste a la educación es muy alarmante, ya que no la alcanza ni la mitad del porcentaje de la población que se encuentra entre los 18 y 22 años, por lo que se puede generar un sentimiento de incertidumbre a la hora de afrontar esta nueva década en temas educativos.




jueves, 23 de marzo de 2023

La exclusión social se ceba con los jóvenes y las familias con hijos.

La exclusión social se enquista entre los jóvenes y las familias con niños. La economía española se recupera de la crisis, pero no todos los bolsillos lo notan. Las dificultades se ceban con quienes tienen de 18 a 24 años. Su tasa de exclusión social alcanzó el 22,6% el año pasado, frente al 14,2% de 2007. En este tiempo, la cifra se redujo, sin embargo, para los mayores de 65: pasó del 18,4% de hace 12 años al 11,4% de 2018. Estas son algunas de las conclusiones del octavo Informe sobre Exclusión Social y Pobreza, que la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), vinculada a Cáritas Española, ha presentado este miércoles. Ha sido realizado a partir de 29.000 encuestas en todas las comunidades. 

Si bien los jóvenes han superado el peor bache de la crisis, alcanzado en 2013, cuando la tasa de exclusión se disparó hasta el 31,3%, los datos siguen alarmando a los investigadores. “Muchos niños, niñas y jóvenes, aunque se esfuercen, no van a tener opción de conseguir empleo o una vivienda digna”, ha apuntado en la presentación del informe Raúl Flores, secretario técnico de Foessa y uno de los autores del estudio. 

Carmen sabe lo que es estar en exclusión. Esta mujer de 34 años, que da un nombre ficticio, se quedó sin recursos y con dos niños a cargo cuando su marido entró en prisión. Solo tenía a sus suegros en un país extranjero, al que había llegado unos años antes. “No tenía amigos, ni tampoco a mi familia, no sabía a quién acudir”, cuenta por teléfono. Así que pidió ayuda en servicios sociales. “Pero tardaban un año en darme la renta mínima de inserción. Me costaba encontrar subsidios y pedían muchos papeles”, recuerda. Se formó gracias a cursos de Cáritas. Mientras, sus hijos se quedaban en talleres que ofrecía la organización. Ahora tiene trabajo. 

Ocho millones y medio de personas están en exclusión social, es decir, quedan apartados de la vida social, económica y cultural debido a la carencia de derechos y recursos. Son el 18,4% de la población. De ellos, más de cuatro millones están en situación de exclusión social severa. Dentro de este grupo, la peor parte se la llevan 1,8 millones de personas que acumulan tantas dificultades que requieren una ayuda urgente, están en completo desamparo. Así se explica en el estudio, realizado por 125 investigadores de 30 universidades a partir de información recabada en 11.600 hogares. Foessa mide hasta 35 indicadores para determinar la exclusión social. Siguiendo estos criterios, “las generaciones de mayor edad, con empleos más estables, vivienda en propiedad y con acceso a pensiones por jubilación presentan niveles de integración superiores”, se expone en el informe. Al acceso desigual al mercado laboral y de la vivienda, se suma la ineficiencia de las políticas sociales. Las transferencias palían en mayor medida la pobreza de los mayores de 65 años (85% de reducción) y tienen un impacto reducido en la población joven (un 31% de 30 a 44 años y un 21% en menores de 30), según el estudio. 

El informe también apunta que en autonomías como Baleares y Cataluña están creciendo los niveles de exclusión. “Hay variaciones en relación al tradicional eje norte-sur, que está siendo sustituido por un eje sur-mediterráneo”, explicaron los autores del estudio. En Cataluña, la tasa de exclusión alcanza el 19,3% y en Baleares, el 21,5%. Según Raúl Flores, esto se debe al incremento del precio de la vivienda en estas regiones, con economías muy dependientes del sector servicios. 

Sin embargo, Castilla-La Mancha, una región tradicionalmente alineada con el eje sur, se ubica ahora en una situación de exclusión intermedia, del 16,2%, similar a la Navarra (16%). “Probablemente el mantenimiento de unas buenas políticas públicas y unos costes menores de la vivienda explican este dato”, concluye Flores.

Cita APA 

López, C. (12 de Junio de 2019). La exclusión social se ceba con los jóvenes y las familias con hijos. El País. 

Crisis Educativa.

Está en suspenso el aprendizaje de 640.000 estudiantes. La Encuesta de Continuidad Pedagógica, que es un relevamiento nacional en el que participaron docentes, directivos y familias para obtener información sobre la respuesta del sistema educativo argentino durante pandemia de coronavirus, señaló el año pasado que, dentro del universo representado en la muestra, 1.000.000 de alumnos tuvo escaso o nulo contacto con la escuela. Hasta el miércoles pasado, de ese número de alumnos solo entraron en contacto con el programa de revinculación 361.961 estudiantes. 

La encuesta se realizó a 5387 directores (909 de nivel inicial, 2451 de nivel primario y 2027 de nivel secundario) y en 2658 hogares (2658 adultos y 965 estudiantes) y 21.471 docentes (2137 de jardín de infantes, 10.217 de primario y 9117 de secundario). Los principales resultados indicaron que todas las escuelas llevaron adelante un programa educativo y el 95% de los hogares recibió algún tipo de propuesta pedagógica. Pero, para los que perdieron contacto con la escuela durante la pandemia, se desarrolló el programa “Acompañar, puentes para la igualdad”, que es una política educativa destinada específicamente para esos estudiantes y, como se mencionó, este programa, por ahora, solo alcanzó, dentro del universo de 1.000.000, a 361.961 alumnos. 

“La evaluación muestra una estadística. Los revinculados son chicos con los que cada una de las jurisdicciones pudo establecer un vínculo con las familias. Y esa instancia continúa. Respecto del resto de los chicos de esta muestra (638.039 estudiantes aún no alcanzados), se cree que están escolarizados. No hay una relación directa entre los chicos que tuvieron escaso o nulo contacto con la escuela y el abandono escolar. Ahora con el inicio de la presencialidad se está trabajando en la nominalización de los estudiantes para poder supervisar y determinar cuál es la trayectoria educativa de cada uno de ellos”, explica Nicolás Trotta, ministro de Educación de la Nación. 

Gabriela Diker, secretaria de Evaluación e Información Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, señala que ese 1.000.000 de estudiantes (600.000 de secundaria y 400.000 del primario) es una estimación a la que se llegó a través de la encuesta que realizaron. De ese total, 550.000 tuvo nulo contacto con la escuela y el resto, una escolarización de baja intensidad. 

“Lo que estamos haciendo desde fin del año pasado es la nominalización de alumnos que quedó al margen de la escuela. Vamos a tener esta información a partir de los datos que nos envíen las provincias. Otra fuente de información para saber cuántos chicos abandonaron la escuela será la que obtengamos de comparar la matrícula de 2020 con la inscripción actual, eso lo tendremos en unos meses. Pero no se puede inferir del dato de vinculación baja o nula con la escuela que esos chicos abandonaron la escuela, sobre todo los del nivel primario en donde hay tasas muy bajas de abandono escolar. Además, el problema principal fue la falta de conectividad, por eso se estima que, con el regreso de las clases presenciales, esos chicos vuelvan al aula”, detalla Diker. 

Por su parte, Delia Méndez, coordinadora nacional del programa Acompañar, indica que, junto con los 22 referentes que trabajan en las provincias del país, intentan reincorporar a los alumnos en base a los datos que les brindaron las escuelas, pero también se apoyan en las organizaciones que tienen más territorialidad para que los ayuden a encontrar a los estudiantes que quedaron al margen del sistema educativo. 

“El programa continuará en la búsqueda de estos chicos, se ha hecho un gran esfuerzo junto con nuestros referentes y organizaciones para revincular a los estudiantes. Aunque el programa no solo se basa en la búsqueda, sino que también se sigue de cerca su trayectoria educativa e, incluso, se hacen actividades fuera de la escuela. Vamos a seguir trabajando para buscar a estos estudiantes y que vuelvan a la escuela”, describe Méndez. 

Tal como argumentó Diker, uno de los problemas que más interferencias generó en la educación de esos alumnos fue la falta de conectividad. En ese sentido, la Argentina muestra cifras preocupantes. Según estimaciones de la Encuesta de la Deuda Social Argentina del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (UCA), en el tercer trimestre de 2019, meses antes de que comenzara la pandemia de Covid-19, el 48,7% de los chicos de entre cinco y 17 años, no contaba con una computadora en su hogar, y el 47,1% no tenía servicio de internet fijo en la vivienda. El 78% del déficit en el número de computadoras impacta en el 25% más pobre de la población. 

Las pruebas Aprender 2018 sobre los chicos en el nivel primario muestran que, en los sectores con mayor poder adquisitivo, el 99,45% tiene internet en la casa, mientras que, en los sectores vulnerables, el 61% no tiene conexión. Según esa misma evaluación, el 90,55% de los alumnos de escuelas privadas tiene una computadora en la casa, mientras que en las públicas esa cifra desciende hasta el 70%. 

Un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, con la autoría de Alejandro Artopoulos, director del centro de innovación tecnológica de la Universidad de San Andrés, señala que en los últimos años el país ha mejorado el acceso a internet en los hogares. Según datos del Ente Nacional de Comunicaciones, en el primer trimestre del año 2014 el 49,6% de los hogares contaba con acceso a internet fijo. Los datos más recientes, del tercer trimestre de 2019, muestran que el porcentaje pasó a 62,8%. La velocidad de esa conexión también mejoró: pasó de 3,6 mbps en 2014 a 28,3 en 2019. 

Siete provincias 

Pero, actualmente, hay siete provincias donde un tercio o más de los estudiantes no cuenta con conexión en su casa: Santiago del Estero (40,7%), Formosa (37,7%), San Juan (36,1%), Catamarca (35,0%), Misiones (35,0%), Chaco (33,5%) y Corrientes (33,3%). 

En comparación con la región, el porcentaje de estudiantes que asisten al nivel secundario y cuentan con internet en la Argentina (84,1%), es inferior al observado en Brasil (91%), Chile (90%) y Uruguay (88%), pero supera los valores de México (72%), Colombia (72%) y Perú (58,0%). 

La situación es compleja para los alumnos, pero también lo es para los docentes, que, en gran parte, por los salarios que cobran, tampoco cuentan con las herramientas para llevar adelante las clases a distancia. Un informe dirigido por Claudia Romero, profesora e investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella, en donde se estudiaron 150 escuelas de la ciudad y provincia de Buenos Aires, determinó que el 21% de los docentes de las escuelas desfavorables (es decir que el 25% de su población es vulnerable), no tienen internet en la casa. 

Mariano Narodowski, académico, docente de la Universidad Torcuato Di Tella, investigador y ministro de Educación porteño entre 2007 y 2009, propuso en abril del año pasado el concepto de “desconectados y abandonados” para comprender cómo la desescolarización producto de la pandemia acelera los procesos de exclusión educativa que ya existían antes pero que ahora se vuelven evidentes. 

“Me parece muy bien que el ministerio esté construyendo seriamente un sistema nominal para saber quiénes se quedaron afuera de la escuela en 2021: es un proyecto iniciado hace nueve años y que nunca se había concretado. Sin información nominal es más difícil avanzar. Es posible que estemos frente a un drama silencioso y contundente: la exclusión de la educación de una parte importante de toda una generación. Es importantísimo generar propuestas para incluir a la mayor cantidad de chicos posible, pasando de la preocupación por la logística de la prespecialidad a la decisión pedagógica de rescatar a estos chicos con una propuesta educativa acorde a lo que ellos necesitan en función de las carencias durante 2020. Un millar de docentes y especialistas en educación de todas las posiciones ideológicas propusimos en 2020 12 claves concretas para una política pública de la vuelta a la presencialidad en el documento de Concertación Educativa. El documento está allí para ser discutido y aplicado”, argumenta el especialista. 

Juan María Segura, educador y fundador de Circus.edu, también describe un panorama preocupante: “Es cierto que la escuela perdió contacto con una cantidad inusual de alumnos. La gran mayoría de esos alumnos, en especial los de inicial y primaria, volverán a la escuela de base presencial en busca de su vianda y vaso de leche. Con los chicos mayores de 15 años el problema subsistirá, acentuando un desgrane de alumnos que el sistema escolar viene mostrado desde hace casi 20 años en la mayoría de los países de la región”. 

Si bien el Ministerio de Educación estimó que el universo de alumnos que tuvo poco o nulo contacto con el sistema educativo durante el año de la pandemia fue de 1.000.000 de estudiantes de primaria y secundaria, Agustín Claus, investigador de Flacso, realizó una estimación integral incorporando el nivel el superior no universitario y llegó a la, aún más alarmante, cifra de 1.500.000 de estudiantes. Según Claus, ese sería el número de estudiantes que se habrían desvinculado del nivel inicial, primaria, secundaria y el nivel superior no universitario. 

“Para hacerlo, consideré la tendencia del abandono interanual por nivel y los resultados que el ministerio recabó en la Evaluación Nacional de Continuidad Pedagógica. Ponderé el abandono interanual de 2017 y 2018 y el porcentaje de desvinculación en 2020 para todos los niveles, aplicando a la matrícula como base de 2019, y el impacto estimado del abandono sería de al menos de 1.500.000 estudiantes que tienen en riesgo su continuidad. Es una proyección basada en el total de matrícula 2019, abandono interanual 2018 y desvinculación 2020 para intentar complejizar el impacto contemplando las limitaciones de las fuentes de información disponible. La diferencia con la manera de medir del ministerio, es que yo incluí el nivel superior no universitario y el nivel inicial en la proyección e intente matizar el comportamiento tendencial”, señala Claus. 

De este modo, la Argentina acumula cifras que hablan de una debacle y despiertan gran incertidumbre respecto del futuro del país. El miércoles se conocieron los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, en donde se informó que la pobreza en la Argentina alcanza a 19 millones personas. De ese total de personas por debajo de la línea de pobreza, 6,3 millones son chicos menores de 14 años que, muy posiblemente, muchos sean parte del universo de estudiantes cuya formación aún está en suspenso.

Cita APA 

Horvat, A. (3 de abril de 2021) Crisis educativa. Está en suspenso el aprendizaje de 640.000 estudiantes. La Nación. 

Crisis educativa. Está en suspenso el aprendizaje de 640.000 estudiantes - LA NACION

lunes, 20 de marzo de 2023

Socialización

 El concepto de socialización remite a los procesos mediante los cuales los individuos aprenden a ser seres sociales, o, si se quiere, adquieren socialidad.

 Cita APA

Rosario, C. (1970). Sobre el concepto de socialización en las ciencias sociales. Revista de Ciencias Sociales, (1), 5-25.