miércoles, 3 de mayo de 2023

Lengua materna, cultura y rendimiento en un contexto multicultural de Educación Infantil

1. Palabras clave: Educación preescolar; Lengua materna; Rendimiento; Educación inter-cultural; cultura.

2. Resumen:

    Se presenta un trabajo centrado en analizar las diferencias de rendimiento debidas a las diversas lenguas y culturas en la sociedad multicultural. El problema de la desventaja lingüística distorsiona el rendimiento educativo provocando una disminución para aquel alumnado cuya lengua materna y cultura no coincide con la oficial. Para conocer estas diferencias se utilizó una muestra de 501 alumnos del tercer curso de Educación Infantil, a los que se midió el grado de adquisición de los aspectos competenciales de las áreas de comunicación y lenguaje, social y motriz. Los resultados demuestran como la lengua materna es un factor de diferenciación del rendimiento en este periodo. Estas diferencias, constatadas en todas las áreas, son mayores en el área de comunicación y lenguaje que en el ámbito social y motriz. Se verifica que se establecen diferencias entre el alumnado de cultura de origen cristiano y musulmán.

3. Conclusión: 

    Las diferencias de rendimiento más acusadas se han dado en la dimensión de comunicación y lenguaje, destacando la expresión oral, cuestión que podemos asociar a carencias que inciden de forma directa en la conducta final del esfuerzo que supone aprender una nueva lengua, como es el caso del alumnado darijo-parlante. Esta situación está inducida por un encuentro lingüístico entre la lengua escolar, que es la oficial, y la cultural, esta última está condicionada por la práctica en el núcleo familiar y social de un dialecto asociado a su identidad cultural (Olmedo, 2017) que influye en la estructura lingüística (Vygostky, 1993). La conciencia fonética presenta otro obstáculo para los darijo-parlantes en el avance de su desarrollo lingüístico, ya que tiene conexión directa con el progreso comunicativo y éste, a su vez, con la capacidad de aprender. Por ello, la discriminación fonética no solo se presenta como un engranaje para desarrollar la conciencia fonológica, sino también como el fundamento del aprendizaje de lo escrito, siendo una de las destrezas psicolingüísticas básicas que requieren un nivel fundacional en este periodo (Querejeta, 2017). 

    El progreso comunicativo y los niveles inferiores del lenguaje escrito de los darijo-parlantes pueden estar relacionados con un déficit en la base principal de este desarrollo en el lenguaje oral, limitando la correspondencia grafofónica. Este periodo está plagado de conceptos básicos universales, los alumnos tienen que recodificar y adaptar la expresión de su lengua materna cultural a un vocabulario vehicular-oficial escaso y poco trabajado, de ahí que podamos observar el refuerzo de valores relacionados con la falta de atención y concentración de aquellos identificados con una lengua materna diferente a la escolar. En cambio, la universalidad del lenguaje matemático (Russell, 1956) crea una homogeneidad entre estos dos grupos, una capacidad que no depende de la subjetividad de la lengua por ser una representación de la realidad que camina apoyada en la abstracción y el simbolismo objetivo, por eso en el lenguaje matemático las diferencias son escasas. En las habilidades sociales las diferencias son, igualmente, a favor de los castellano-parlantes, lo que indica que hay un esfuerzo de adaptación por parte del alumnado darijo-parlante que consiste en, además de aprender nuevas pautas que pueden chocar con las tradiciones familiares, actuar conforme a normas que pueden contradecir sus bases de conocimiento. Por esa razón, la mayor diferencia se encuentra en la actitud ante los compañeros/as y el estado emocional que ellos han de aprender, ya que la escuela responde a un modelo cultural (Goffman, 1973) que, en este caso, está asociado al modelo de los castellano-parlantes. Sin embargo, el juego es un medio de compartir e intercambiar otro tipo de principios más generalizables, que facilitan que el alumnado interáctue entre si, por eso las diferencias son menores en este campo.

Cita APA: Mateos Claros, F., Olmedo Ruiz, F. J., Esteban Ibáñez, M., & Amador Muñoz, L. V. (2019). Lengua materna, cultura y rendimiento en un contexto multicultural de Educación Infantil. Ocnos: Revista de estudios sobre lectura.

Emociones, agencia y experiencia escolar: el papel de los vínculos en los procesos de inclusión escolar en el nivel secundario.

1.  Palabras clave: Emociones; Jóvenes; Escuela Secundaria; Agencia; Inclusión.

2. Resumen:

    Desde hace unos años venimos explorando el modo en que la dimensión emocional de la experiencia escolar interviene en los procesos de inclusión-exclusión educativa en el nivel secundario. Aquí analizamos en profundidad las entrevistas realizadas a 16 jóvenes de sectores populares que han egresado de las llamadas “Escuelas de Reingreso” en las que se indagaron las formas en que ellos enunciaban su experiencia emocional, explorando las fuentes de dicha emocionalidad. Respeto, entusiasmo y tranquilidad fueron las formas enunciativas utilizadas para describir sus experiencias. Nuestra hipótesis es que el tipo de vínculos construidos con los docentes en el marco de un formato escolar particular genera una emocionalidad positiva, que permite resignificar la trayectoria escolar personal, reposicionarse frente a la institución escolar y potenciar su sensación de agencia, en términos de sentirse con mayores márgenes de control acerca de su propia vida, permitiéndole de este modo desplegar diferentes tipos de estrategias personales para su integración laboral, educativa y familiar.

3. Conclusión: 

    La inclusión educativa de losjóvenes provenientes de sectores populares parece ser un desafío en el actual contexto de masificación y obligatoriedad de la escuela secundaria. Este nivel educativo ha cumplido históricamente un papel de selección de la población escolar, el cual se encarnaba en su organización y modos de funcionamiento. De esta manera, no era una preocupación de la propia institución el garantizar la permanencia y finalización de los estudios secundarios de quienes resultaban desestimados en dicho proceso selectivo. El escenario actual instala progresivamente – aunque a veces a un ritmo inferior al deseado- una preocupación por la inclusión de todos los jóvenes, buscando garantizar el éxito de la escolarización. 

    La personalización de las relaciones entre docentes y alumnos es una forma que asume el trabajo en algunas secundarias a fin de reducir la incertidumbre en torno a los resultados de dicha escolarización (Ziegler y Nobile, 2012). En nuestro caso, observamos que esa personalización es implementada con un grupo de población que ha transitado experiencias previas de exclusión en el sistema educativo, buscando generar una experiencia que constituya un anclaje para estos jóvenes en la escuela. Como pudimos observar a lo largo del artículo, la cercanía de las relaciones, el poner el foco en las interacciones respetuosas, así como el punto de partida de confianza que instala la no culpabilización de estos jóvenes por sus recorridos previos, ha impregnado a la experiencia escolar de las ER de un conjunto de emociones, como la tranquilidad, el entusiasmo y el respeto, que combinadas colaboraron en la concreción del proyecto de finalización del secundario, así como pareciera haber llevado a la proyección de estrategias de inserción en otros ámbitos sociales. Esta experiencia tiene un alto impacto en sus trayectorias vitales por la intensidad con la que la vivieron al predominar una emocionalidad de tinte positivo, cuyos efectos se traducen en las miradas que tienen sobre ellos mismos y sus capacidades. Al mismo tiempo, parece colaborar en la generación de cierto conformismo, ya que lejos están estos jóvenes de leer críticamente el lugar social y educativo en el que están posicionados y, como vimos, el tránsito por las ER los somete a una responsabilización individual de sus trayectorias educativas. Los jóvenes que se volvieron estudiantes de reingreso –y entre ellos podemos incluir también a quienes no alcanzaron el título- pudieron acceder, como dice Williams(2003), a la “experiencia de la pertenencia”, esto es, la posibilidad de sentirse “afiliados” a un proyecto de sociedad, a una institución, el experimentar la posibilidad de ser miembro e identificarse con ella. Ahora bien, esta experiencia de reconocimiento y reciprocidad brinda placer pero, como señala Sennett (2012) este tipo de relaciones, si bien tienen un profundo valor social, poseen a su vez claros límites políticos y económicos ya que poco parecen haber revertido las lógicas propias de los procesos de desigualdad social y educativa.

4. Cita APA:

 Nobile, M. (2014). Emociones, agencia y experiencia escolar: el papel de los vínculos en los procesos de inclusión escolar en el nivel secundario. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad (RELACES)6.

martes, 2 de mayo de 2023

Conclusiones

Teniendo en cuenta el tema el que nos hemos enfocado, “Desigualdad (inclusión/exclusión) y movilidad social. Sociedad multicultural e interculturalidad”, destacar uno de nuestros objetivos esenciales que hemos querido transmitir a través de este blog, el cual ha sido concienciar a todo el mundo que nos rodea de las desigualdades existentes, las cuales llegan a causar problemáticas tanto sociales como personales, e incluso llevando a la insatisfacción personal.

Es esencial que el mundo conozca las situaciones de vulnerabilidad por la que algunas personas atraviesan, ya que juntos sería más fácil tomar medidas de bienestar social contribuyendo a la resolución de conflictos tanto local como nacional.

 Para ello, como futuras docentes, debemos tener claro la importancia de la transmisión de valores a nuestro alumnado, siendo capaz de facilitar la inclusión en el aula con el resto de compañeros. Por lo tanto, debemos ser capaces de crear y evaluar estrategias y propuestas que mejoren la inclusión. 

 Alba. 

 

El tema que hemos escogido para nuestro trabajo es de total actualidad ya que nos seguimos encontrando diversos problemas como lo son la desigualdad, la movilidad social o la exclusión. Dentro de nuestra labor como futuras docentes, se encuentra la transmisión de esta problemática a los más pequeños y a sus familias para que sean conscientes de lo que ello supone y actúen para solventarlo. 

Después de habernos informado en profundidad de este tema hemos descubierto la necesidad de llevar este tema a las aulas, el alumnado será el futuro de nuestra sociedad y por ello hay que formarlos y proporcionarles las herramientas necesarias para contribuir al cambio y que entre todos disminuyamos las numerosas situaciones desfavorables que atraviesa un porcentaje de nuestra sociedad. 

Si todos contribuyéramos, los objetivos de desarrollo sostenible como la educación de calidad, la reducción de desigualdades o la salud y bienestar serían posibles. 

María.


Nos hemos basado en un tema que es muy importante en la docencia, como puede ser la desigualdad, la inclusión... etc. 

Buscando documentos para este blog hemos aprendido mucho sobre que en la actualidad sigue habiendo desigualdad en muchos colegios, no incluimos a todos por igual y eso afecta a nuestros alumnos. 

Como futuras docentes debemos fomentar en el aula la igualdad y trabajarla de manera lúdica, para motivar a nuestro alumnado.

Mar


Considero de gran importancia el tema que hemos elegido para realizar nuestras investigaciones, ya que hoy en día se desconoce acerca de éste y de la repercusiones que puede llegar a tener.

Como futuras docentes, tenemos la responsabilidad y la labor de acercar estos temas a nuestra aula para que sean conscientes de la realidad y poder frenar de alguna manera que siga sucediendo. 

Manuela


Tras realizar una investigación exhaustiva sobre el tema que nos ha tocado, llego a la conclusión de que una de las cosas más importantes para que se lleve a cabo una correcto desarrollo de la práctica educativa es el bienestar del alumnado. Esto, por supuesto, y como ya hemos visto a lo largo de todo el blog, engloba a cada alumna y alumno que conforma el sistema educativo. Es fundamental ofrecer las mismas oportunidades, en cuanto a cantidad y calidad, a todo el mundo. Por lo tanto, es necesario contar con herramientas que hagan esto posible: profesionales capacitados para abordar, por ejemplo, la educación especial, medios materiales, físicos y psíquicos para ofrecer una educación integradora, multicultural y de calidad. 

    Las investigaciones me han servido para entender el progreso o retroceso que ha tenido este tema a lo largo de la historia. Es cierto que cada vez hay más recursos para integrar a toda la población en la educación, pero creo que, en algunos casos, los intentos de inclusión han resultado ser fallidos. Por ejemplo, en cuanto a la educación especial, considero que el hecho de querer integrar al alumnado con diversidad funcional, ofreciéndole la misma educación que al resto de alumnado, genera obstáculos para ellos. Y es que, para ofrecer un correcto programa de inclusión, estas personas necesitan medios especiales y personal cualificado. También, la brecha económica en las familias genera una desigualdad en el alumnado y debe abordarse de manera muy específica y personalizada. 

    A pesar de ello, considero que la sociedad está avanzando en cuanto a la inclusión en los centros y  una de las maneras para conseguir esto es hacer profesionales capaces y cualificados para abordar este tipo de problemáticas.

Clara

Estudiantes universitarios en riesgo de exclusión social: una aproximación a una realidad social oculta

CITA APA

Méndez-Ulrich, J. L., & Barrios, D. G. Estudiantes universitarios en riesgo de exclusión social: una aproximación a una realidad social oculta.

Palabras clave
Estudiantes universitarios, universidad, pobreza, exclusión social.
Resumen
La reciente recesión económica ha ocasionado un gran impacto en las condiciones de vida de la población española. En el presente estudio se realiza una aproximación al efecto de la crisis económica en el acceso a los estudios universitarios, así como a los comportamientos relacionados con la exclusión social que los estudiantes universitarios serían capaces de realizar o ya han realizado, con el único propósito de costearse su educación. Para ello, 96 estudiantes contestaron voluntariamente una encuesta cuyo objetivo era evaluar su situación sociolaboral. detectar situaciones de riesgo de exclusión, y una escala actitudinal en relación a conductas de riesgo social. A pesar de que el 78,5% de los encuestados trabajaba, un 79,2% percibía su situación económica como media o baja. Un 77,3% de encuestados habían realizado a lo largo de sus estudios a conductas de riesgo como trabajar sin contrato, traficar con drogas, o incluso prostituirse. De forma consecuente, los resultados sugieren una asociación entre el nivel económico y riesgo social. por lo que se daría la paradoja de que la universidad constituya una puerta de entrada a la exclusión. Finalmente, se comentan las limitaciones del estudio y se destaca la necesidad de profundizar en el abordaje de este fenómeno.
1. Marco  teórico
1.1. Introducción
El inicio formal de la crisis económica en la que nos hallamos actualmente inmersos se asocia con el denominado «estallido de la burbuja inmobiliaria», y la crisis financiera mundial de 2008. Este escenario adquirió una nueva dimensión a partir de la quiebra de la multinacional financiera Lehman Brothers, que tuvo un importantísimo impacto económico a nivel mundial. El Estado Español no quedó al margen de este fenómeno (Alonso y Furió, 2010), y sus cotas de desempleo experimentaron un incremento del 11,94% entre 2008. cuando la tasa de parados era del 13,79%, según datos de la Unión General de Trabajadores (UGT) y 2014, cuando se alcanzó el 25,73%. Cataluña, siguiendo esta tendencia, experimentó un crecimiento de las desigualdades sociales, especialmente en los sectores sociales más vulnerables, como los jóvenes, entre los cuales se encuentra gran parte de los estudiantes universitarios.
Fruto de las medidas en materia económica y laboral impulsadas por el gobierno central y el autonómico, se produjeron recortes salariales, con la consecuente reducción de la capacidad adquisitiva de la población. Estos recortes también afectaron a los presupuestos destinados a asuntos sociales como la sanidad, la educación, etc., lo que ha ido desgastando el conocido como «Estado de Bienestar», en el que se basa la propia definición del Estado expresada en el artículo 1.1 del Título Preliminar de la Constitución Española de 1978, que dice textualmente:
«España se constituye en un Estado Social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico a la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».
Las condiciones de trabajo se precarizaron a causa de la Reforma Laboral de 2012, como se constata observando la tasa de desempleo del último trimestre de 2013, que alcanzó el 26,03%, Según la UGT (2014), el número de menores de 35 años desempleados ha ascendido hasta el 47% en los últimos años, lo que comporta un incremento del 8% respecto a los registros anteriores a 2008. Para los sindicatos, esta reforma significó «trabajar más y peor por menos», y de acuerdo con el informe de 2014 de la Secretaria de acción sindical de la UGT, esta norma condujo a un incremento de los contratos precarios, ya fueran temporales, de formación o de prácticas (incluso aquellos no ajustados al perfil formativo de los empleados). Además, se redujo la contratación de personas con diversidad funcional, y se incrementaron los despidos colectivos, dado su abaratamiento. La entrada en vigor de esta reforma redundó en el beneficio de las empresas mediante la modificación de las condiciones de trabajo, como ilustra el artículo 41.1 del Real Decreto de Ley 3/2012, febrero 2012, de medidas urgentes de reforma del mercado laboral (convertida en Ley 3/2012, de 6 de julio de 2012), que dice textualmente: «La dirección de la empresa podrá acordar modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo cuando existan probadas razones económicas, técnicas, organizativas o de producción. Se consideran tales las que estén relacionadas con la competitividad, productividad u organización técnica o del trabajo en la empresa». Entre las condiciones de trabajo que esta ley permite flexibilizar a criterio de las compañías se hallan. entre otras: aquellas que afectan a horarios y jornadas de trabajo, el régimen de trabajos a turno o el sistema de remuneraciones, lo que incrementó la indefensión de los trabajadores, y fomentó una mayor arbitrariedad por parte de las empresas a la hora de fijar estas condiciones.
El impacto social de estas reformas y recortes se ven también reflejados en trabajos como los de Laparra et al., (2010) o Lorenzo et al., (2014), y en las encuestas de instituciones como el Institut a de Catalunya (2012) o el Instituto Nacional de Estadística (2014), que muestran no solo una degradación de las condiciones de trabajo en el sector privado, sino también en el público, viéndose afectadas las dotaciones destinadas a las prestaciones sociales de las que amplios sectores sociales dependen, incluidos los recursos para el sistema público universitario.
1.2. Crisis, pobreza y exclusión
Los datos correspondientes a 2014 del EUROSTAT muestran como el 29,2% de la población espa-ñola se encuentra en riesgo de exclusión social, siendo este dato 5,2 puntos porcentuales superior la media de la Unión Europea, que es del 24,4%. Este deterioro en las condiciones de vida tiene su refle-jo en el incremento del desempleo y de las desigualdades sociales, así como en el aumento del número de desahucios, de la demanda de servicios de asistencia social, y del número de personas que tuvieron que volver al domicilio familiar por no disponer de ingresos para vivir de forma independiente.
La Organización de las Naciones Unidas (1995) define la pobreza como «La condición caracterizada por una privatización severa de necesidades humanas básicas, incluyendo alimentos, agua potable, instalaciones sanitarias, salud, vivienda educación e información. La pobreza depende no solo de ingresos monetarios sino también del acceso a servicios». Por otra parte, Subirats (2004:2) afirma que la pobreza es un complejo de realidades que abarcan, más allá de la desigualdad económica, aspectos relacionados con la precariedad laboral, los déficits de formación, el difícil acceso a una vivienda digna, las frágiles condiciones de salud y la escasez de redes sociales y familiares, entre otros. La primera de estas definiciones procede de un organismo oficial, por lo que se trata de una operacionalización del fenómeno de la pobreza; mientras que la segunda representa una aproximación academicista a esta realidad. No obstante, ambas definiciones enfatizan que la pobreza se define básicamente por la ausencia de recursos materiales, aunque esta situación no represente un riesgo para la supervivencia. Desde este punto de vista, en la actualidad la pobreza se manifiesta frecuentemente y mediante múltiples formas como el paro de larga duración, la cronificación en la dependencia de ayudas sociales e incluso el impago y corte de los suministros básicos, entre otras muchas.
Por otra parte, se entiende por exclusión social «el proceso social de separación de un individuo o grupo respecto a las posibilidades laborales, económicas, políticas y culturales a las que otros sí tienen acceso y disfrutan» (Gil, 2002:21). Este proceso lo pueden desatar multitud de situaciones como el desempleo, disponer de una vivienda deficiente, las dificultades en el acceso a la educación, o en general, cualquier limitación en la participación social (Bel Adell, 2002:3). Otros autores como Hernández Pedreño (2010) subrayan el hecho de que las propias instituciones europeas huyan de los criterios exclusivamente economicistas a la hora de definir qué es la exclusión social, destacando su carácter multidimensional y procesual. Por tanto, existe en la sociedad una cierta «división invisible» entre aquellos ciudadanos que pueden hacer frente a las consecuencias de la crisis económica y vivir con una adecuada calidad de vida, y aquellos que se acercan mucho a la exclusión social, cuando no se ubican en ella. Subirats (2004) también afirma que la exclusión social es un proceso dinámico que se produce como «[...] resultado de una cadena de acontecimientos reforzados o impulsados por las desigualdades y determinaciones estructurales del sistema económico social». Este autor señala los principales ejes de desigualdad social (el género, la edad y la procedencia), y apunta a los tres pilares básicos de la inclusión, que pueden verse seriamente afectados en situaciones crisis, y que son: 1) la participación en la producción y en la creación de valores, 2) la adscripción cultural y ciudadana, y 3) la adscripción política y conexión con redes de apoyo social. A pesar de que estas definiciones fueron postuladas a principios del pasado siglo, y de que con poca frecuencia se asocian al conocido como primer mundo, se ajustan a la realidad de muchas personas en nuestro entorno inmediato.
1.3. El impacto de la crisis en el acceso a la universidad
En este contexto de crisis social y económica, los jóvenes no solo han experimentado graves dificultades en cuanto a su inserción laboral (Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Cataluña, 2014), siendo actualmente la tasa de paro juvenil superior al 50% en el conjunto de nuestro país, sino estas dificultades en el acceso al mercado laboral son superiores en aquellos titulados universitarios de clases sociales más desfavorecidas (Navarro, 2014). Estas dificultades para los jóvenes de clases obreras, también existen en cuanto a acceder y/o mantenerse en el sistema universitario, debido en gran medida al progresivo incremento que los precios y tasas universitarias han experimentado en paralelo al empobrecimiento de la población (Langa Rosado y Río Ruiz, 2013; Hernández Armenteros y Pérez García, 2013). El Informe ejecutivo sobre condiciones vida y participación de los estudiantes de la Universitat de Barcelona (Observatori de l’Estudiant de la UB, 2016) señala como, en el momento actual, a pesar que cursar estudios universitarios fomenta la movilidad social, persisten las diferencias en el acceso a la universidad en función de la extracción social de los padres de los y las estudiantes. En este sentido, a partir de la aplicación del Plan de Bolonia, a partir del curso 2012-2013 el precio del crédito universitario experimentó un aumento significativo, siendo Cataluña la Comunidad Autónoma donde se experimentó el mayor incremento (66,6%) respecto al curso anterior, en la que más resulta más caro estudiar en la universidad pública (Escardíbul et al., 2013; Andreu y Pérez, 2014). Las políticas en materia educativa llevadas a cabo durante los últimos años han tendido al beneficio del sector privado y al perjuicio del público, como se pone de manifiesto con leyes como la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa de 2013, o el Real Decreto 609/2013, 2 de agosto, por el que se establecen umbrales de renta y patrimonio familiar y las cuantías de las becas y ayudas al estudio para el curso 2013-2014, y se modifica particular-mente el real decreto 1721/2007, de 21 de diciembre, por el que se establece el régimen de las becas y ayudas al estudio personalizado. Con esta norma se reducen o suprimen ayudas como aquellas destinadas a desplazamiento, ayudas residenciales, material para el estudio, realización del proyecto final de carrera, ayudas por rendimiento académico o complementos para cursar másteres. Además, esta reforma dificulta el acceso a las ayudas, al incorporar un componente variable que considera para su concesión no solo la nota media y la renta familiar del solicitante, sino también el número de becados; al mismo tiempo que se endurecieron los requisitos de rendimiento académico para acceder a una beca, ya que se exige una mayor nota en las pruebas de acceso a la universidad, teniéndose que aprobar durante los cursos posteriores un mínimo del 85% de créditos matriculados en el caso de las enseñanzas técnicas, y del 100% en el resto. Incluso se contempla el supuesto de que se deba reembolsar el importe íntegro de la beca en caso de no superar el 50% de créditos (Río Ruiz, 2014).Como derivada de esta situación, y de las barreras con la que los y las jóvenes han de enfrentarse para acceder a la universidad (como la falta de trabajo o la clase social de sus padres), cabe preguntarse hasta qué punto los propios estudiantes universitarios podrían estar exponiéndose a situaciones de riesgo de exclusión social como la prostitución, el tráfico de drogas, el trabajo precario, etc., con el único propósito de poder costearse sus estudios, lo que supondría una situación de emergencia para el sistema universitario, y exigiría una rápida y contundente respuesta institucional. Este estudio, que representó un Trabajo Final de Grado (TFG) de Educación Social por la Universitat de Barcelona se centra en una muestra de estudiantes de esta materia durante el curso 2013-2014, en el que podría es-tar produciéndose la paradoja de que estos futuros profesionales que han de combatir la exclusión se estarían exponiendo a ella, precisamente para poder alcanzar su capacitación profesional. 2.MétodoSe optó por una metodología de carácter descriptivo ya que el objetivo del estudio era aproximarse a un fenómeno aún inexplorado: la situación socioeconómica y laboral de los y las estudiantes de último curso del Grado de Educación Social de la Universitat de Barcelona; y hasta qué punto esta podría relacionarse con la realización de comportamientos vinculados a la exclusión social, para poder costearse sus estudios, y con la actitud respecto a realizarlos en caso de necesidad. Por otra parte, se optó por la metodología cuantitativa debido a: (1) el mencionado carácter descriptivo y exploratorio del estudio (2) la necesidad de acceder a una muestra de estudiantes lo más numerosa posible, (3) la dificultad que supondría procesar y analizar una cantidad elevada de información cualitativa, y (4) la confidencialidad que garantiza el empleo del método de encuesta, el cual facilita que las respuestas a preguntas potencialmente comprometedores sean lo más sinceras posibles, y se vean lo menos afectadas por un efecto de «deseabilidad social».
 
2.1. Preguntas de investigación
Debido al carácter exploratorio del estudio, no se establecieron hipótesis específicas, sino que se trabajó a partir de las siguientes preguntas de investigación: ¿Cuál es el perfil socioeconómico y laboral de los y las estudiantes de último curso del Grado de Educación Social de la Universitat de Barcelona? ¿Hay estudiantes de Educación Social que hayan realizado comportamientos de riesgo de exclusión social con el único propósito de costearse sus estudios? ¿Cuál es la prevalencia de estos comportamientos entre los y las estudiantes de 4.º curso del Grado en Educación Social en la Universitat de Barcelona? ¿Hasta qué punto existe una disposición por parte de estos estudiantes a realizar voluntariamente comportamiento de riesgo para poder costearse la carrera?
 
2.2. Participantes
 
En el estudio participaron 96 estudiantes de 4.º curso del Grado en Educación Social de la Universitat de Barcelona (77 mujeres y 19 hombres), del total de 178 estudiantes matriculados de la asignatura Trabajo Final de Grado. Se trató de una muestra accidental (ya que participaron aquellos estudiantes que voluntariamente accedieron a contestar el cuestionario), pero relativamente representativa del con-junto de estudiantes de último curso de esta titulación, ya que: 1) representa un 53,4% de estudiantes de cuarto curso, 2) estos estudiantes, al tener un recorrido dentro de la institución universitaria de al menos 3 años, han experimentado en primera persona el incremento de los precios y las modificaciones en la política de becas iniciados en el curso 2012-2013. El 24% de la muestra encuestada no trabajaba en el momento del estudio. Ya que el objetivo principal de este trabajo era identificar la hipotética paradoja que supone el hecho de que los futuros profesionales de la Educación Social se vean inmersos en situaciones de exclusión para alcanzar su capacitación profesional a pesar del endurecimiento del contexto y las medidas políticas adoptadas, el único criterio para participar en la investigación fue estar en el último año del grado en el momento del estudio (curso 2013-2014), sin incluir ningún otro tipo de variables de exclusión. 2.3.Elaboración del instrumento de recogida de información
Para realizar el trabajo de campo se creó un instrumento a partir de la adaptación del cuestionario empleado por el Observatorio del Estudiante de la UB para realizar el registro de la situación socioeconómica de sus estudiantes. Este cuestionario fue ampliado mediante la inclusión de una serie de ítems relativos a las dimensiones que se incluyeron en el cuestionario final fueron: Una primera dimensión descriptiva relativa a la información sociodemográfica de los participantes. Otra relativa a la situación socioeconómica y laboral, y a la percepción del impacto de las políticas universitarias en una escala de tipo Likert, con 4 opciones de respuesta: «nada», «un poco», «bastante» y «mucho». Una última dimensión mediante la cual se evaluaba el grado de exposición a comportamientos de riesgo social y su actitud respecto a llevarlos a cabo en el futuro, empleando una escala actitudinal con un rango de 0 a 10 puntos.2.4.ProcedimientoEn primer lugar, se contactó mediante un email con los docentes del TFG, solicitando su autorización para realizar la recogida de datos durante los 10 primeros minutos de una de sus sesiones de clase. En el momento de la obtención de información, la encuestadora (n=1) indicaba en líneas generales el propósito del estudio, y para evitar un posible efecto de deseabilidad social, informaba de que los datos obtenidos serían tratados de acuerdo a la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, por lo que quedaba totalmente garantizada la confidencialidad y el anonimato de las respuestas. También se indicó a los participantes que, ante cualquier duda, podían solicitarle cuantas aclaraciones fuesen necesarias. Finalmente, se informó de que no había respuestas correctas ni incorrectas, y de que se debía contestar las preguntas con la mayor rapidez posible. El tiempo me-dio que demoraba la aplicación del cuestionario fue de aproximadamente diez minutos.
 
2.5. Plan de análisis de datos
Los datos de las encuestas fueron introducidos en una matriz de datos construida mediante la plataforma Google Forms. Posteriormente se generó la matriz final de datos mediante el software IBM SPSS (versión 21), para Windows. Los análisis estadísticos consistieron en el cálculo de medias con sus correspondientes desviaciones estándar y en el cálculo de frecuencias y porcentajes, tanto para la descripción sociodemográfica de la muestra como para la evaluación de la prevalencia de comportamientos de riesgo social ya realizados por los participantes en el estudio. Finalmente, para la compa-ración de medias obtenidas en la escala actitudinal en función del género se emplearon pruebas de análisis de la varianza univariantes (ONEWAY Anova).
 
3. Resultados
3.1. Características sociodemográficas y sociolaborales de la muestra
La muestra estuvo compuesta por un 80,2% de mujeres y un 19,8% de hombres. La media de edad fue de 26,84 años (D.T.=6,29), siendo de 26,09 (D.T.=5,33) en el caso de las mujeres y de 29,84 (D.T.=6,29) en el de los hombres. Respecto a la percepción de la propia situación económica, el 39,6% de los participantes consideraron su renta como baja, el 39,6% como media-baja, el 18,8% como media, y solo un 2% la consideran media-alta o como alta. En cuanto a su situación sociolaboral, los participantes mayo-ritariamente vivían con sus padres (44,8%), seguidos por un 24% que convivían en pareja, y el (16,7%) que compartían piso. Respecto a su situación económica, en la mayoría de casos la principal fuente de ingresos provenía de las rentas del trabajo (38,5%), seguida de ayudas familiares (21,9%). A este respecto, el 60,5% de los estudiantes que percibían apoyo económico de sus familiares, lo recibían de parte de sus padres. En cuanto a la situación laboral de los participantes, un 75,8% de la muestra trabajaba en el momento del estudio. No obstante, del 24,2% de estudiantes que no trabajan, el 60,9% no estaban inscritos en el registro de desempleados, En cuanto a la dedicación, un 59,5% de los participantes trabajaban a jornada parcial, un 21,6% trabajaba a jornada completa, y un 14,9% lo hacía de forma intermitente. Un 4,1% informó de disponer de dos trabajos (uno a tiempo parcial y otro esporádico; o dedicación com-pleta en uno y parcial en el otro). No obstante, representa un dato relativamente positivo el hecho de que el tipo de contrato más habitual entre los participantes en el estudio fuera el de carácter indefinido (35,5%), seguido del eventual (32,9%). En cuanto a las becas obtenidas por los estudiantes encuestados a lo largo de los dos años previos al estudio, un 39,6% no había recibido ningún tipo de ayuda (ni Beca de Equidad ni Beca General).
3.2. Comportamientos de riesgo
El Gráfico I resume aquellos comportamientos relacionados con el riesgo social que los participantes informaron haber realizado a lo largo de su paso por la universidad, con el único propósito de poder costearse los estudios. Como puede observarse, el comportamiento de riesgo social más prevalente en nuestro estudio fue el de haber trabajado en el pasado sin contrato (35,8%). De hecho, un 21,1% de participantes afirmó que lo hacía en el momento de contestar la encuesta, por lo que el total de estudiantes que en algún momento ha trabajado sin contrato ascendió al 56,9%. Además, el 2,1% en algún momento había cobrado por sus apuntes o realizado trabajos para otras personas: y un 1% lo hacía en el momento del estudio, por lo que el porcentaje total de este «fraude académico» (en tanto que se altera el rendimiento académico de terceras personas mediante una cierta suplantación de la identidad por parte del estudiante que realiza estos trabajos a cambio de dinero) era del 3,1%. Un 5,2% de los estudiantes había participado en algún momento en ensayos clínicos, y un 2,1% había donado semen u óvulos para obtener el dinero necesario para poder financiarse la carrera. Finalmente, un 6,3% manifestó que había traficado con drogas, e incluso un participante declaró haberse prostituido para poder mantener sus estudios universitarios.
 
3.3. Actitudes respecto a los comportamientos de riesgo.
Tal como se resume en el Gráfico II, el 97,9% de participantes mostraron en la escala actitudinal en mayor o menor medida, su disposición a trabajar sin contrato, y un 87,5% se valoraba la posibilidad de comerciar con sus apuntes y trabajos para ganar dinero. El 72,6% de encuestados se manifestaron dispuestos a participar en ensayos clínicos o a donar óvulos o esperma (73,4%) a cambio de dinero. Finalmente, el 66,7% se manifestaba en cierta medida dispuestos a traficar con drogas, e incluso un relevante 28,1% no descartaba completamente la posibilidad de prostituirse para poder financiarse la carrera.
4. Discusión
En primer lugar, en cuanto al impacto de los recortes en las políticas en materia de becas realizados durante los años de recesión económica, éste se ve reflejado en nuestro estudio, dado que un alto porcentaje de participantes que las habían solicitado (prácticamente en 40%) no había recibido ningún tipo de ayuda al estudio. En lo referente a la situación laboral de nuestros encuestados, a pesar de que la mayoría de ellos declaró disponer de trabajo, la mayor parte de ellos percibía su propia situación económica como media-baja o directamente baja. Esto sugiere que reciben una escasa retribución por su trabajo, y que, en general, desarrollan sus actividades laborales en unas condiciones precarias. La existencia de esta precariedad laboral se ve apoyada por el hecho de que, aunque una gran proporción de encuestados convivía con sus familias, y manifestaba que su principal fuente de ingresos era su propio trabajo, de hecho, dependían de la ayuda económica proporcionada por sus familiares para poder costearse sus estudios universitarios. También en relación a la precariedad en la que desarrollaban su trabajo, los resultados revelaron que la dedicación laboral más habitual era aquella a tiempo parcial (en sintonía con la tendencia general del mercado laboral en nuestro país), e incluso una gran parte disponían de una o más ocupaciones sin un contrato laboral, aunque ciertamente, se observó que el 35,5% de los participantes que trabajaban en el momento del estudio lo hacían con un contrato indefinido.
 
Por tanto, a pesar de que los participantes no descartaban abandonar sus estudios ante su complicada situación socioeconómica, la mayoría la afrontaban alternando estudios y trabajo, o incluso acudiendo a alternativas menos lícitas y relacionadas con la misma exclusión social contra la cual quieren intervenir en su futuro profesional, cómo el tráfico de drogas, entre otras. En cuanto a estos comportamientos relacionados con la exclusión social que los estudiantes manifestaron haber realizado en alguna ocasión para financiarse los estudios universitarios, un elevado número de participantes habían trabajado sin contrato (con la consiguiente vulneración de sus derechos y la exposición a situaciones de vulnerabilidad e indefensión). Además, se registraron casos en todos los comportamientos de riesgo evaluados, incluso en lo referente al tráfico de drogas o la prostitución, lo que constituye una realidad francamente alarmante, e incluso dramática. También resulta significativo el hecho de que la práctica totalidad de los participantes declaró que, si fuera necesario para pagarse la carrera, estaban dispuestos a realizar alguno de los comportamientos de riesgo evaluados en la escala, aunque en el pasado nunca se lo hubieran planteado. De hecho, se registró un elevado índice de estudiantes dispuestos a trabajar sin contrato y a traficar con drogas, si se diera el caso de que sus estudios dependieran de ello. Respecto a las diferencias de género, las mujeres se mostraron más predispuestas a trabajar sin contrato y a realizar trabajos académicos para terceros, mientras que los hombres mostraron una mayor disposición a ejercer la prostitución y a donar esperma. En cuanto a la participación en ensayos clínicos o traficar con drogas, no se observaron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres. Además, se observó una posible relación inversa entre la percepción del propio nivel adquisitivo y la realización de conductas de riesgo social, o la disposición de llevarlas a cabo en el futuro. Nuestros resultados sugieren que los estudiantes con menor nivel adquisitivo se pueden ver en ocasiones forzados a aceptar trabajar en condiciones precarias durante sus estudios, cuando no a exponerse a otras situaciones que no se plantearían si no fuera por la necesidad de obtener los recursos mínimos para poder mantenerse en la universidad. Cabe incluso reflexionar sobre hasta qué punto esto podría comprometer su rendimiento académico, dada la interferencia de estas situaciones de riesgo en el correcto seguimiento por parte de estos y estas estudiantes de las actividades académicas. Además, cabría también profundizar en la posibilidad de que, estas situaciones y conductas con las que han entrado en contacto a lo largo de sus estudios se pudieran cronificar, por lo que paradójicamente su paso por la Universidad, en vez de haber actuado como un ascensor social, habría precisamente supuesto su puerta de entrada a la exclusión. En estos casos estaríamos delante de una realidad hasta ahora inexplorada: la de los estudiantes universitarios en situación de riesgo de exclusión social a causa de su propia motivación académica. Por tanto, en el futuro es preciso realizar estudios más amplios y profundos en relación al impacto de la crisis económica y sus derivadas, no solo en los estudiantes de Educación Social de la Universitat de Barcelona a los que se pudo acceder para este estudio, sino a nivel global del sistema universitario, donde según el tipo de grado y de Comunidad Autónoma, las diferencias en los precios de matrículas son notables (Andreu y Pérez, 2014). Cabe además, emprender un proceso de reflexión dentro de la institución académica respecto a cómo prevenir y detectar estos casos, y especialmente en relación a cómo actuar para revertir estas situaciones una vez son una realidad, para alejar a los estudiantes de la exclusión más o menos latente en la que se puedan hallar inmersos. No obstante, hay que valorar nuestros resultados con cautela debido a sus limitaciones metodológicas (tamaño de la muestra, sesgo en el tipo de población evaluada, que pertenece a un segmento muy concreo de una determinada institución universitaria, etc.), que han de ser tenidas en cuenta en estos hipotéticos estudios futuros. Ciertamente, nuestra muestra no es representativa de toda la población universitaria y además se ha de considerar el grado de compromiso que podría significar la respuesta a algunas preguntas planteadas en la encuesta podría haber provocado un efecto de «deseabilidad social» que habría sesgado, al menos parcialmente, nuestros resultados. No obstante, este estudio apunta hacia una preocupante realidad, fruto del pasado y del presente contexto económico, así como de las políticas públicas llevadas a cabo para afrontarlo. Esta hipotética realidad exige la atención de las instituciones públicas (especial-mente la universitaria), las cuáles han de asumir la responsabilidad de velar por la igualdad de derechos y oportunidades de los jóvenes, no ya solo en cuanto al acceso a la formación universitaria, sino también en la prevención del abandono académico por causas sociales, y de las conductas de riesgo que puedan estar dispuestos y dispuestas a realizar para evitarlo, y sus consecuencias a nivel psicológico, social y moral.

Actividades para trabajar la inclusión educativa

1. Atrapados y atrapadas. 

El objetivo de este juego es confiar en uno mismo y en los compañeros y compañeras para aumentar la autoestima y el autoconcepto a través de iguales. 
Los participantes de esta actividad se cogen de las manos y forman un círculo y se elige a uno de ellos para que se coloque dentro del mismo. El objetivo es que los niños y las niñas situados dentro de cada círculo consigan salir de él en un tiempo determinado, por ejemplo en un minuto. El niño o la niña que consiga salir del círculo tendrá un punto y el niño o niña del círculo le sustituirá en el centro de éste. Al resto de participantes les tocará el turno considerando el sentido de las agujas del reloj a partir del primer niño elegido o niña elegida. No podrán salir del círculo si algún niño/a le toca con las manos; podrá realizar tantos intentos como quiera dentro del tiempo límite. Se considerará escapado de la cárcel cuando tenga todo el tronco fuera de ésta. La cárcel puede moverse en el sentido de las agujas del reloj. 

2. Jugamos al veo veo.

Nos encontramos en un aula, en la cual tenemos a un alumno con TEA, por lo que a continuación, propongo una actividad a realizar para desarrollar y favorecer la interacción y relación de todo los alumnado, y así potenciar la inclusión, consiguiendo que el alumnado comprenda que se puede trabajar en equipo integrando a todo el alumnado a pesar de las dificultades que puedan tener cada uno de ellos/as por sus características individuales.  La actividad es la siguiente;
Esta actividad consiste en el juego del "veo veo" pero de una manera diferente al tradicional, ya que ellos serán los protagonistas del juego y no los objetos del aula. El alumnado dispondrá de tarjetas de fotos de  todos los alumnos/as. La maestra cogerá una tarjeta y el alumnado deberá formular preguntas  para adivinar de quien se trata. 
La dinámica del juego es muy parecida al "quién es quién", ya que poseerán otra plantilla donde podrán ir tachando o rodeando las pistas que ya tienen, por ejemplo; si tiene el pelo rubio o castaño, pelo corto o largo etc... La maestra podrá dar indicaciones y aclaraciones para facilitar el juego, incluso podríamos hacerlo por parejas o grupos para fomentar el trabajo en equipo. 

3. Las palmitas.

Este juego tradicional nos ayudará a trabajar la inclusión y mejorará las habilidades motrices y comunicativas del alumnado.
 El juego consiste en agruparse por parejas y al ritmo de la canción que canten ir chocando las palmas de sus manos con las del compañero o compañera. Esto hará que establezcan interacciones entre ellos, sin importar si tienen necesidades especiales o no ya que eso no será ninguna barrera para jugar. Además si nos encontramos con algún alumno o alumna con TEA que se sienta incómodo a la hora de establecer contacto físico con los demás este juego le será beneficioso porque se acostumbrará a mantener contacto físico con sus compañeros y compañeras pero sin que este le resulte invasivo.
Con los juegos inclusivos conseguimos que los niños y niñas se pongan en el lugar de los demás y sean conscientes de los obstáculos a los que se enfrentan algunas personas en su día a día. Con esto esperamos enseñar a los más pequeños a tolerar aquello que es diferente y a actuar de manera inclusiva y respetuosa.

4. Realiza tu retrato

El principal contenido de esta actividad es la educación inclusiva. Los niños y niñas deberán realizar un dibujo de un compañero al azar. Entre ellos, se encuentra un compañero con síndrome de Down. Estos dibujos los pondremos en una cuerda colgados en la clase e invitaremos a los padres, donde intentarán diferenciar de que alumno o alumna se trata. Ningún padre supo adivinar de que alumno se trataba, incluso ni sus propios hijos, ni nuestro alumno con síndrome de Down.
Esta actividad nos ayudará a concienciar que para los niños no existen diferencias, a fomentar la educación inclusiva y a favorecer la participación de las familias.

El estudio de las desigualdades sociales en la salud infantil y adolescente en Espana

 Las desigualdades sociales en la etapa inicial de desarrollo infantil son uno de los principales factores contribuyentes a las desigualdades en la vida adulta y, en consecuencia, a la creación de un círculo de desventaja intergeneracional. La Comisión de Determinantes Sociales de la Salud de la Organización Mundial de la Salud puso el énfasis en la etapa precoz del desarrollo (early child development) como parte fundamental de las vías y los mecanismos por los que se producen y perpetúan las desigualdades sociales en la población adulta. Este hecho determina la importancia de recoger los determinantes sociales de forma sistemática en los estudios de salud infantil y en la adolescencia. Por otra parte, se ha demostrado que cuanto más precoces sean las intervenciones para disminuir las desigualdades sociales en salud mayor es la probabilidad de que sean más coste-efectivas. Los indicadores utilizados para medir la posición socioeconómica de la población adulta pueden ser insuficientes para abordar los determinantes sociales de la salud e identificar desigualdades en los menores. Actualmente, la situación de crisis económica, los cambios en la estructura familiar, los cambios sociales o los flujos migratorios, entre otros factores, perfilan una nueva realidad que puede afectar a la salud de la población infantil y adolescente en nuestro país. Si bien las desigualdades según el género, la etnia o el origen afectan de forma general a toda la población, en la infantil adquieren un carácter singular al representar el momento en el cual se generan e incorporan los roles sociales de género o las diferencias derivadas del origen étnico. Este hecho representa una oportunidad única para promover la equidad desde el inicio del desarrollo infantil y durante la adolescencia. El estudio de las desigualdades sociales en salud de la población infantil y adolescente representa un reto por la dificultad conceptual y metodológica para medir la posición socioeconómica en estos grupos de edad. El modelo conceptual de capital social, humano y financiero propuesto por Coleman ha sido el marco explicativo desde el que se ha estudiado la posición socioeconómica de la población adolescente y su relación con la salud. Entwisle y Astone recomendaron medir los ingresos familiares (capital financiero), la educación de la madre (capital humano) y la estructura familiar y del hogar (capital social). Otros autores desarrollaron esta idea y sugirieron incluir preguntas específicas sobre la raza y la etnia. Habitualmente, en los estudios de salud infantil son los padres quienes declaran la información sobre los indicadores de posición socioeconómica, mientras que en los adolescentes son ellos mismos los que la aportan. La dificultad metodológica para obtener información de los adolescentes, la controversia sobre la adecuación de emplear a los padres como «proxis» y los sesgos de no respuesta diferencial entre los grupos socioeconómicos han motivado la creación y la aplicación de otras escalas de medida, como es la escala de poder adquisitivo familiar (Family Affluence Scale). En España, las desigualdades sociales en salud se han descrito ampliamente en población adulta, mientras que los estudios en población infantil y adolescente son más escasos. Por otro lado, tampoco hay una recomendación sobre cómo medir las desigualdades sociales en salud infantil y juvenil en España, y las propuestas internacionales existentes se basan en contextos y situaciones diferentes a los de España. Con la intención de facilitar la elaboración de una propuesta de medición de posición socioeconómica para la población infantil y adolescente española, nos proponemos revisar los indicadores que se están utilizando en este tipo de estudios y la magnitud de las desigualdades descritas para los distintos indicadores, resultados en salud y grupos de edad. El objetivo es recopilar y describir los estudios publicados en España sobre desigualdades sociales en salud en población infantil y adolescente, con especial énfasis en los indicadores de desigualdad utilizados.

Los criterios de inclusión de los estudios fueron: muestras de población infantil o adolescente españolas (hasta los 18 anos de edad); redactados en inglés, catalán o español; y que aportaran datos sobre la relación entre determinantes sociales y algún parámetro de salud. Se consideraron los siguientes determinantes individuales: educación, ocupación, ingresos, capital financiero, inmigración, religión, género, tipo de familia y hacinamiento. Los determinantes grupales considerados fueron el tipo de colegio, los índices de desarrollo regional y el tamaño del municipio. Se excluyeron los estudios descriptivos de aplicación de las medidas de posición socioeconómica como variables de ajuste y que no permitían observar el efecto independiente de estas medidas sobre la salud, ya que no se mostraban las correspondientes medidas de asociación. La estrategia de búsqueda se muestra en el Anexo 1. Se buscaron los términos en los diferentes campos (título, resumen, palabras clave o descriptores). La búsqueda obtuvo 889 referencias en PubMed, 703 en MEDES, 621 en SCOPUS y 45 en la Cochrane Library, de las cuales 111 se detectaron como duplicadas mediante el gestor de base de datos Reference Manager. Dos evaluadores (LR y LFR) revisaron los 2147 resúmenes de forma independiente de acuerdo con los criterios definidos. En caso de duda se revisó el texto del artículo completo. Las discrepancias se resolvieron por consenso. Mediante la lectura de los resúmenes se excluyeron 2071 artículos que no cumplían los criterios de inclusión o que eran estudios duplicados no detectados previamente. Se incluyeron cuatro artículos más aportados por el grupo de autores y que se consideró que cumplían los criterios de inclusión y no habían aparecido en la búsqueda10–13 . Tres revisores (LR, XGC y LFR) revisaron 80 artículos. Después de la revisión se excluyeron ocho estudios más por acuerdo de los tres revisores (fig. 1). Finalmente, se incluyeron 72 artículos. La posterior recogida de los datos y su análisis fueron realizados por los mismos tres revisores.

Se describieron las características de los estudios incluidos y los determinantes utilizados. Para la revisión de los resultados, los estudios se clasificaron según el ámbito temático de la(s) variable(s) dependiente(s). Así, los estudios que analizaban más de una variable de salud fueron incluidos en más de una categoría. Debido a la heterogeneidad de los diseños y las definiciones de los determinantes sociales, se realizó una síntesis narrativa de los resultados, que se categorizaron como: desigualdades consistentes y gradiente social según el indicador analizado (++), cuando en la mayoría de los estudios se habían encontrado resultados similares en este sentido; resultados variables con al menos algún resultado que muestra desigualdades entre categorías extremas de determinantes sociales (+); dudoso o no desigualdades (-); y falta de datos (no disponible [ND])

Las características de los 72 artículos incluidos se describen en la tabla 1 (la lista completa de los estudios incluidos está disponible solicitándola a los autores). El 83% de los estudios son de diseño transversal y sólo cinco son longitudinales. La fuente de datos más utilizada es un cuestionario ad hoc para el estudio. El grupo de edad más estudiado es el de 13-15 anos ˜ (82% de los estudios), seguido de los escolares de 6-12 anos ˜ de edad. Las edades más tempranas son las menos evaluadas. De los estudios incluidos, sólo 39 tienen entre sus objetivos estudiar las desigualdades en salud infantil. Los estudios con indicadores individuales predominan sobre los que utilizan determinantes sociales grupales (tabla 2). El nivel de educación (34 estudios), la clase social basada en la ocupación (n = 32) y el género (n = 24) son los determinantes más analizados individualmente, y el tamaño del municipio (n = 17) para los grupos. En los estudios que analizan la educación se midió el nivel de estudios sólo de la madre en el 12% de los artículos, de la madre y del padre en el 26%, y el más alto del padre o la madre en el 32%. En el 75% de los trabajos que estudian la ocupación se usaron los criterios propuestos por la Sociedad Española de Epidemiología o alguna de las aproximaciones empíricas desarrolladas en los últimos anos ˜ 16 para definir la variable «clase social», y en todos los casos se consideró tanto la ocupación del padre como la de la madre (bien por separado o la más favorecida de las dos). De los 39 artículos centrados en el estudio de las desigualdades, la mayoría analiza más de un determinante social. Entre ellos, aproximadamente el 10% no define cómo se han medido la educación o la ocupación. Los aspectos de salud más estudiados son la obesidad, la calidad de vida y la salud percibida, y la salud dental (tabla 3). Se detectan desigualdades sociales en todos los temas estudiados, en especial desigualdades de género, con la excepción de la cobertura vacunal y el uso de servicios sanitarios. El estatus migratorio es el indicador con que se aprecian menos desigualdades, aunque el 44% de los estudios que lo utilizan tienen alto riesgo de sesgo. Las desigualdades según educación u ocupación son muy parecidas, con excepción de la obesidad, que se asocia más a la educación. En el estudio de ámbito estatal Enkid17 , realizado en niños de 2 a 13 anos de edad, aquellos con un nivel educativo materno bajo presentan una odds ratio (OR) de obesidad de 1,25 (intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,03-1,67) en comparación con los de nivel educativo superior. La salud dental es el aspecto en el cual se han descrito las desigualdades más concordantes, y estos estudios presentan un bajo riesgo de sesgo. Se detectan desigualdades con todos los indicadores en salud bucodental y en utilización de servicios dentales, con excepción de las comunidades autónomas con Programa de Asistencia Dental Infantil (PADI). En los preescolares, por ejemplo, se detectan desigualdades en visitas al dentista tanto por clase social (OR = 0,41, IC95%: 0,19-0,86, en clase baja frente a alta) como por nivel de estudios maternos (OR = 1,62, IC95%: 1,13-2,32, en universitarios frente a no universitarios)18 . Varios estudios detectan que nacer en familias socioeconómicamente favorecidas se asocia a más prevalencia de síntomas respiratorios y alérgicos19–21.  Así como el riesgo de sesgo varía según el determinante social analizado, éste también varía según los efectos en salud, y es especialmente alto en los que analizan el uso de servicios sanitarios (57%). Los estudios con datos específicos para preescolares son los más escasos (N = 8) y tienen un riesgo de sesgo más alto (tabla 4). La salud dental y la actividad física muestran desigualdades sociales tanto en preescolares como en escolares y adolescentes. Un solo estudio, con alto riesgo de sesgo, presenta datos específicos de desigualdades en obesidad en preescolares22 . En el estudio nacional AVENA23 , los chicos adolescentes con madres con estudios primarios ven más la televisión (OR = 2,16, IC95%: 1,38-3,38). Se han detectado varios aspectos de salud de los que no hay datos para ciertos grupos de edad, como la salud mental en los preescolares y los escolares o el uso de servicios en los adolescentes. 

Inclusión y Juego en la Infancia Temprana

1. Palabras clave 
Juego; Infancia; Derechos del niño; Educación; Chile

2. Resumen 
El presente artículo propone un acercamiento teórico analítico al concepto de juego para favorecer procesos de inclusión en la infancia temprana en niños con desarrollo típico o aquellos que presentan retrasos en el desarrollo o discapacidad. Se esboza un programa de acompañamiento y desarrollo del juego en edades tempranas, considerando un perfil de fortalezas y debilidades de cada niño, en una intervención multidisciplinaria que integra a la familia y considera los aspectos afectivos y socioemocionales como elementos centrales en el desarrollo de habilidades a partir del juego. Se concluye que la participación en sesiones sistemáticas, con una intensidad ajustada a los requerimientos de cada niño permitiría desarrollar funciones cognitivas, comunicativas y sociales, transitando hacia el logro de habilidades complejas.

3. Conclusión 

El juego es una habilidad que forma parte de la vida del ser humano, enriquece su experiencia y permite otorgar sentido y significado a las actividades cotidianas. Éste involucra ámbitos cognitivos, lingüísticos sociales y culturales, convirtiéndose en una experiencia natural que fluye a lo largo del desarrollo, no obstante en el caso de niños y niñas con rezago o que presentan dificultades en algún área específica o discapacidad, este aspecto también se ve interferido. La investigación sugiere que los efectos de una intervención sistemática en niños con discapacidad, participando de experiencias de juegos de imitación y de ficción o de juego simbólico, permite que los niños adquieran mantengan y generalicen las conductas de juego hacia otros contextos (Barton y Wolery, 2010; Barton, 2015). Una propuesta integral que permita a niños y niñas interactuar en forma sistemática con sus padres y sus familias en sesiones de juego, permitiría a partir de un apoyo basado en aspectos socioemocionales y afectivos, transitar desde un juego dirigido y con altos niveles de acompañamiento hacia el logro de otros dominios del desarrollo, incluyendo un juego espontáneo con formas de comunicación más complejas y respetando en todo momento las ideas, necesidades y requerimientos que propongan los niños en este proceso.

Iniciar este acompañamiento en edades tempranas, permitiría prevenir dificultades o retrasos en el desarrollo y evitar que se acentúen conductas de aislamiento en niños con discapacidad. Las secuencias progresivas con graduación del acompañamiento desde moderadas a pequeñas ayudas permitirían generar oportunidades de comunicación, de socialización con pares y de interacción en actividades lúdicas con otros niños. De esta forma se sugiere la inclusión en edades tempranas, tomando como base las posibilidades que brinda el juego para favorecer en forma intencionada el mayor despliegue emocional y social en niños con desarrollo típico y especialmente en aquellos que requieren de ayudas específicas para avanzar en ese desarrollo.

CITA APA 

Cáceres Zúñiga, F., Granada Azcárraga, M., & Pomés Correa, M. (2018). Inclusión y juego en la infancia temprana. Revista latinoamericana de educación inclusiva12(1), 181-198.